Mensaje 2 de septiembre de 2018
“Queridos
hijos, mis palabras son simples, pero llenas de amor maternal y
preocupación.
Hijos míos, sobre vosotros se ciernen cada vez más las
sombras de las tinieblas y del engaño, y yo os llamo hacia la luz y la
verdad, yo os llamo hacia mi Hijo. Solo Él puede convertir la
desesperación y el dolor en paz y serenidad, solo Él puede dar esperanza
en los dolores más profundos. Mi Hijo es la vida del mundo: cuanto más
lo conocéis más os acercáis a Él y más lo amaréis porque mi Hijo es
amor. El amor lo cambia todo, él hace maravilloso incluso lo que sin
amor os parece insignificante. Por eso nuevamente os digo que, si
deseáis crecer espiritualmente, debéis amar mucho.
Apóstoles de mi amor,
sé que no siempre es fácil, pero, hijos míos, también los caminos
dolorosos son vías que llevan al crecimiento espiritual, a la fe y a mi
Hijo. Hijos míos, orad, pensad en mi Hijo. Durante todos los momentos
del día elevad vuestra alma a Él, y yo recogeré vuestras oraciones como
flores del jardín más bello y las regalaré a mi Hijo.
Sed apóstoles
auténticos de mi amor, difundid a todos el amor de mi Hijo; sed jardines
con las flores más bellas. Con la oración ayudad a vuestros pastores
para que puedan ser padres espirituales llenos de amor hacia todos los
hombres. ¡Os doy las gracias! ”
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