Hijos
de Dios,
muchos de vosotros y más en estos días entrañables y de encuentros con
amigos y
familiares, sufrís por aquellas familias que lo están pasando mal por
enfermedades, separaciones matrimoniales, ausencias y demás cosas. Yo,
Jesús,
os hablo.
Rezáis y Me
pedís ayuda y no os desoigo ni mucho menos, pero Yo conozco las circunstancias y
sé si esa ayuda conviene o no conviene o conviene más adelante. Algunos pensáis
que no podéis hacer nada y os sentís impotentes ante tanto dolor. Pero hijos,
lo que podáis hacer aunque sea poco Yo lo acepto y lo empleo en la causa que
deseáis, porque también la viuda del óbolo quiso haber podido dar más y dio lo
poco que tenía (Lc 21 1-4). Yo acepto todo y no lo desestimo, porque aprecio la
intención con que lo hacéis y todo el amor que ponéis en vuestros corazones.
Yo, Jesús, os hablo.
Los sufrimientos
bien llevados son un medio muy grande de santificación. A quienes les tocan
deben de aceptarlos y ofrecérmelos y no renegar ni desalentarse de lo que les pasa.
El Maligno trata como siempre de meteros la cizaña, pero hijos, no le sigáis ese
malvado juego, Yo Soy Bondad y Sabiduría y nunca deseo nada malo para vosotros,
aunque en el plano humano os parezcan castigos, no es así. Mientras estáis en
esta vida no solo no deseo castigaros sino ayudaros a crecer en méritos. Por
eso hijos, confiad en Mí y no creáis que os he dado la espalda.
Si suceden desastres
en el mundo tanto de la Naturaleza, como de otras cosas, ahí sí está muchas
veces Mi mano justiciera para que veáis que el mal hay que pagarlo o en esta vida
o en la otra, y mejor es que lo paguéis en ésta. Muchas almas se salvan en esos
desastres porque Yo no les niego Mi gracia, y otras muchas se reconvierten y se
dan cuenta de que su caminar no era santo.
Pero no
tratéis de juzgar a Dios que nunca llegareis a alcanzar Su grandeza y Su amor
por mucho que os lo repitan. No podéis comprender hasta donde os amo ni siquiera
aunque un Ángel os lo anunciara. Ya Mi Madre os dice cosas pero pasáis de ellas
y tomáis solo lo que os conviene, pero no os reconvertís y seguís en la misma
línea de murmuraciones, de criterios propios negativos, de juicios no exactos y
todo lo malo que os trae Mi enemigo y vuestra infidelidad a la gracia. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
Que Mi paz os alcance en estos días en que conmemoráis Mi Nacimiento.
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