Amados hijos de Mi divino Corazón, hoy os quiero hablar de que tenéis que poner más empeño en vencer las tentaciones, porque tentaciones nunca os van a faltar, pero debéis afrontarlas y ponerles cara para no caer en ellas. Yo, Jesús, os hablo.
Tenéis que proponeos
orar y hacerlo más asiduamente y con más fervor. No digáis que no tenéis tiempo,
porque lo que no tenéis es ganas. Tenéis tiempo para ver programas de la tele,
para leer las noticias, para hacer deporte y más cosas, pero para orar no queréis
sacar tiempo y, os aseguro que tan pronto oréis unos cuantos días seguidos, ya
no podréis estar sin oración, porque notaréis el bienestar y la paz espiritual
que os da y la fortaleza que recibís a través de ella.
Orar es hablar
Conmigo y contarme vuestras cosas por difíciles que sean. Y aunque Yo las
conozca si vosotros Me las contáis veréis que paz interior os entra al
desahogaros Conmigo, que todo lo puedo que os amo y que os comprendo como ni siquiera
vuestras madres os comprenden. Si no hacéis oración caeréis una y mil veces en
tentación, y esto va sobre todo para los sacerdotes, que cada vez hay menos
sacerdotes orando y cumplen su ministerio como quien cumple un trabajo y punto,
no con la fe y el fervor que son necesarios, y sobre todo, con el amor hacia Mí. Yo, Jesús, os hablo.
Velad y orad os dije
en Mi vida pública para que no entréis en tentación, (Mt, 26-41) no os lo dije para
que no tengáis tentaciones, sino para no caer en ellas. Tener tentaciones no es
malo y vencerlas os da un gran mérito, pero la condición es esa: orar para no
caer en la tentación, y sobre todo, no poneros en peligro de tenerlas. Porque
si un alcohólico se pone a trabajar en una tienda de licores, tarde o temprano tan
cerca de la tentación, caerá.
Quien sabe que alguna
cosa le tienta y puede caer en ella, es mejor que se aparte de aquello que puede
ser motivo de pecado. Pero la oración tiene tal poder y fuerza que convierte vuestras
debilidades en vencimientos porque Mi gracia a través de la oración fluye como
un manantial fluye en la naturaleza. No se puede decir que sois buenos cristianos
si cumplís los Mandamientos, practicáis los Sacramentos pero dejáis a un lado
la oración. Proponeos hacerla siempre que podáis. Habrá días que no podáis
realmente, pero entonces tratad de suplir ese tiempo con el trabajo lleno de espíritu
de oración y con jaculatorias u oraciones en medio de los deberes, para que
durante la jornada o vuestras obligaciones se eleven a Dios por medio de esas pequeñas
oraciones que Me ofrezcáis. Un Avemaría en medio de la tormenta interior o en
medio de vuestras ocupaciones sube al Cielo y os beneficia a vosotros los
primeros. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
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