MAYO 13 DE 2019 3: 20 P.M
NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA A LA HUMANIDAD
Pequeñitos, la Paz de mi Señor, esté con todos vosotros y mi Protección Maternal, os acompañe siempre.
Hijitos, la noche está
llegando y esta pobre humanidad sigue sin acogerse a los llamados del
cielo. ¡Cuántos llamados e instrucciones le venimos dando a esta
humanidad para que cambie; el cielo está agotando todos los recursos
para salvar el mayor número de almas, pero esta humanidad se niega a
escuchar a Dios! El rechazo de la inmensa mayoría es una afrenta al
Amor y Misericordia de mi Padre. Nada conmueve a esta humanidad ingrata
y pecadora, hacen mil promesas de cambio, pero su conversión no se da.
Vienen ya los días de
purificación y muchos por no estar preparados no los van a resistir.
Por la conmoción del universo y la tierra, muchas naciones van a
desaparecer y millones de almas se van a perder. Vuestro planeta ha
comenzado a agitarse y cada vez sus movimientos serán más fuertes;
todos los elementos de la naturaleza están por entrar en la etapa final
de su transformación. Los movimientos telúricos fuertes están por
comenzar y toda la tierra dentro de poco ya no dejará de moverse. El
cielo espera que la fuerza de la naturaleza despierte esta humanidad.
La tranquilidad y
cotidianidad de la humanidad se va a perder, para dar paso a la
zozobra, el temor, la inseguridad y el desespero. Hijitos, ¡qué tristeza
que esto tenga que suceder, para que la inmensa mayoría de la
humanidad recapacite! ¡Humanidad ingrata y pecadora, volved vuestros
ojos a Dios, porque el día grande y terrible del Señor está cerca!
Acogeos a estas últimas campanadas de misericordia, para que podáis
alcanzar el gozo de la salvación. ¡Dejad vuestra terquedad y pecado y
recapacitad de una vez, para que podáis mañana ver la aurora de un
nuevo amanecer! Entended que el cielo no quiere vuestra muerte, sino
vuestra vida eterna.
No sigáis siendo indóciles,
mirad hijitos que el tiempo de misericordia está llegando a su fin y de
no acogeros a ella, lo que os espera es la justicia de Dios que es
implacable, recta e inexorable; dad a cada cual según sus obras y
vuestras obras humanidad pecadora están carentes de peso; la sentencia
para vosotros, sería la muerte eterna.
Hijitos rebeldes, son mis
últimos llamados de Madre, no me entristezcáis más con vuestro mal
comportamiento. Acordaos que sufro mucho más por vosotros, mis niños
indóciles, no hagáis llorar más a vuestra Madre. No me canso de orar e
interceder por toda la humanidad y en especial por todos mis niños
rebeldes; pero vosotros no queréis cambiar, ¿qué puedo entonces hacer?
¡recapacitad, arrepentíos y volved lo más pronto posible a Dios, porque
de no hacerlo, lo que os espera en la eternidad, será la muerte
eterna.
Os animo pues mis hijitos
rebeldes, para que despertéis antes de que lleguen los días de justicia
divina, porque cuando lleguen esos días ya no habrá marcha atrás, ya
nadie os escuchará y os perderéis eternamente. Acogeos a mi invitación y
cuanto antes retomad el camino de la salvación. ¡Despertad hijitos
rebeldes, porque los días de justicia divina están llegando!
Vuestra Madre, la Señora de Fátima
Dad a conocer mis mensajes a toda la humanidad, mis pequeños pastores
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