4 de Mayo del 2019
Mensaje Público
Nuevamente veo una gran llama que he llegado a reconocer como el
Corazón de Dios Padre. Dice: “Hijos Míos, acudan a Mí con confianza,
pues todo es posible a través de su confianza en Mí. Yo no puedo
resistirme a un corazón amoroso y confiado. Entréguenme todas sus
cruces. Eso es una señal de su confianza. Yo veo dentro de cada
corazón. Comprendo todas sus tristezas. Celebro con ustedes cada una
de sus victorias.”
“Hoy les pido que recen por todas las pobres almas del
Purgatorio. Estas almas no pueden ayudarse a sí mismas, pero ustedes
pueden ayudarlas a ellas para que avancen por los muchos aposentos que
hay en el Purgatorio. Sí, Yo se los digo, así como hay aposentos en los
Corazones Unidos, también hay aposentos en el Purgatorio. El aposento
más bajo es muy parecido al Infierno. Hay muchas almas ahí que no
fueron fieles a sus vocaciones en la vida, ya fuera una vocación
religiosa o una en el mundo secular. Las oraciones que ustedes ofrecen
por ellas las ayudan a avanzar al siguiente aposento. En este aposento
están quienes vivieron la vida llenos de soberbia. No rezaron para
reconocer la soberbia en sus corazones ni intentaron acercarse más a
Mí. También hay un aposento reservado para los que no rezaron y no
aceptaron las cruces en sus vidas. El aposento más alto está a un paso
del Cielo. En este aposento, el sufrimiento más grande del alma es no
estar en Mi presencia.”
“Aquí debo indicar que no creer en el Purgatorio no niega su
existencia. La incredulidad no puede cambiar la realidad de la
verdad. Cuando ustedes ayudan a que una pobre alma avance en el
Purgatorio, esa alma es su aliada constante por el resto de sus
vidas. Sean generosos con sus oraciones por las pobres almas y, sobre
todo, por sus familiares difuntos. Ellos se los agradecerán.”
Lean Salmo 3:8
¡En ti, Señor, está la salvación, y tu bendición sobre tu pueblo!
2º Macabeos 12:43-45
Y después de haber recolectado entre sus hombres unas dos mil
dracmas, las envió a Jerusalén para que se ofreciera un sacrificio por
el pecado. Él realizó este hermoso y noble gesto con el pensamiento
puesto en la resurrección, porque si no hubiera esperado que los caídos
en la batalla iban a resucitar, habría sido inútil y superfluo orar por
los difuntos. Además, él tenía presente la magnífica recompensa que
está reservada a los que mueren piadosamente, y este es un pensamiento
santo y piadoso. Por eso, mandó ofrecer el sacrificio de expiación por
los muertos, para que fueran librados de sus pecados.
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