Hijos de Mi querido Corazón. De nuevo Me pongo en
contacto con vosotros para guiaros con todo Mi amor por las sendas de la santidad.
Yo, Jesús, os hablo.
Os preocupáis mucho por la salud del cuerpo y no Me desagrada,
puesto que el cuerpo tiene que ser para vosotros un medio para alcanzar la Vida
Eterna. Pero no os preocupáis lo mismo por la salud del alma y, muchísimos de vosotros
la tenéis muy abandonada, y no pocos, la tenéis muerta. Por tanto hijos,
sabiendo como sabéis que el ser humano se compone de alma y de cuerpo, debéis
cuidar el alma con el mismo interés que cuidáis el cuerpo, porque el alma no
muere y su vida es inmortal. Yo, Jesús, os hablo.
No sois como los animales que solo deben preocuparse del cuerpo porque ellos no tienen alma, sois personas a imagen y semejanza de Dios y debéis cuidar y mantener en santidad lo mismo el alma que el cuerpo, porque os tenéis que salvar con las dos partes de vuestro ser y, no creáis que porque el alma no se vea no existe, ya que las acciones buenas que hacéis movidos por lo que Mi Espíritu os inspira, son acciones que aumentan la gracia de vuestra alma y os ayudan a perseverar cada vez más en la virtud.
No sois como los animales que solo deben preocuparse del cuerpo porque ellos no tienen alma, sois personas a imagen y semejanza de Dios y debéis cuidar y mantener en santidad lo mismo el alma que el cuerpo, porque os tenéis que salvar con las dos partes de vuestro ser y, no creáis que porque el alma no se vea no existe, ya que las acciones buenas que hacéis movidos por lo que Mi Espíritu os inspira, son acciones que aumentan la gracia de vuestra alma y os ayudan a perseverar cada vez más en la virtud.
Pero si vuestro tiempo y fuerzas las empleáis solo en
el cuerpo, siempre tendréis mal el alma, porque lo mismo que hacéis deporte o dietas
para manteneros en forma y Me parece muy bien, debéis hacer oración y practicar
los sacramentos para tener el alma en estado de gracia y que no entre en ella
ningún pecado mortal que os la pueda matar. Yo, Jesús, os hablo.
Confesad a menudo y comulgad cuantas veces podáis a lo
largo del mes. No esperéis solo a la Misa del domingo, hacedlo también algún día
extra, porque también al cuerpo de vez en cuando le dais algún extra y os recompensáis
vosotros mismos con algún que otro deleite, bien sea de comida, de
viajes o de algún deporte o atracción que os gusten, pero que no sean deleites
pecaminosos. Yo, Jesús, os hablo.
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