27 feb 2014

Mensaje 26 de febrero 2014 - España

RECONOCER LA PEQUEÑEZ ANTE EL TODOPODEROSO ES NECESARIO PARA SUBIR PELDAÑOS EN LA VIDA ESPIRITUAL


Aquellas almas que ante Mi Majestad e inmensidad piden ayuda y reconocen su pequeñez, son almas que Me tienen enamorado, porque hijos, la humildad se vende muy cara y no todo el mundo la entiende.

Ser humildes ante al Altísimo es esencial, serlo ante los hermanos, también, pero reconocer la pequeñez cada uno ante el Todopoderoso es algo necesario para empezar a subir peldaños en la vida espiritual. Yo, Jesús, os hablo.

Mi Madre lo entendió muy bien y lo proclamó en su cantico ante su prima Isabel, porque ha mirado la pequeñez de su esclava (Lc 1, 48). Dios mira la pequeñez de las criaturas para engrandecerlas, y para ello es necesario que ante Mi Majestad sean muy humildes y se sientas ineptas. Yo, Jesús, os hablo.

No todo el mundo es así y muchas almas no llegan lejos por su ensoberbecimiento, por creerse muy seguras ante ellas mismas, cuando si son inteligentes o valerosas, todo son gracias obtenidas de Mí y no de sus méritos. Pero no todo el mundo reconoce los dones que tiene como venidos de Mí, y eso les resta santidad y luego en el Cielo (si se salvan) gloria eterna. Yo, Jesús, os hablo.

El reconocimiento de la pequeñez no debe ser falso o solo de palabra, el reconocimiento de la pequeñez debe ser auténtico, de corazón y así tendréis mucho camino avanzado en la santidad. Recordad al publicano que se reconoció indigno pecador, y no se atrevía ni a levantar la mirada (Lc 18,13) por eso hijos, la humildad es la base, el asiento de todas las demás virtudes, y debéis de pedir esta virtud cada día, reconociendo una y otra vez que sin MÍ nada podéis hacer ( Jn 15,5). Yo, Jesús, os hablo.

Pero no os desaniméis cuando os veáis tan miserables que queráis tirar la toalla, no hijos, no, porque eso no Me gusta. Aunque os veáis miserables, repugnantes, seguid adelante y aceptaos tal y como sois, porque Yo no dejaré que os perdáis eternamente si sois humildes de corazón. Imitad a vuestra Santa Madre la Virgen María, que nadie como Ella entendió la humildad y la pequeñez ante Dios y las criaturas. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.

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