Hijos Míos, Soy Jesús
de Nazaret quien os habla, vuestro Redentor y lo hago con inmenso amor.
Sé que muchos de
vosotros aflojáis en la fe cuando veis tantas catástrofes actuales en las que mueren
muchas personas y otras tantas quedan heridas. Pero hijos, si vierais lo terrible que es la
catástrofe del pecado en el alma, las catástrofes naturales no son nada comparadas
con las del alma, porque el pecado os hace esclavos al perder la gracia santificante
y os convertís en siervos de Satanás. Yo, Jesús, os hablo.
Si a vosotros en la
Tierra os hace sufrir ver las catástrofes espantosas que suceden, nosotros en
el Cielo tenemos que sufrir el horror acérrimo que es un alma en pecado y lo
que pierde, porque si os vierais el alma tal y como Yo la veo cuando estáis en
pecado, entonces no podríais soportar su visión. Lo terrenal, terrenal es, pero
lo espiritual al Cielo pertenece y perder el Cielo no es lo mismo que perderse
un edificio. Yo, hijos Míos, he de daros signos para haceros ver que tenéis que
limpiar el alma de inmundicia y volveros a Dios, porque no hay mayor desgracia
ni siquiera miles de catástrofes juntas, que la de perder el alma eternamente.
Yo, Jesús, os hablo.
No aflojéis vuestra
fe cuando veáis u oigáis desastres naturales, más bien, reflexionad sobre
vuestras vidas y analizad si vivís de acuerdo a las leyes de Dios, porque si no
es así, entonces en vuestro interior estáis viviendo -y no lo sabéis- la mayor
de las calamidades. Hijos, rechazad el pecado y las consecuencias que ello
trae. Sed auténticos cristianos no solo un día sino todos los días de vuestra
vida y, rogad por los que mueren en esas catástrofes para que Mi misericordia
les alcance para toda la eternidad. Yo, Jesús, os hablo.
Sé que muchos no
entendéis lo que sucede, pero aun en las grandes desgracias Mi bondad y misericordia
están presentes, porque Yo Soy un Dios de amor y hago o permito todo para el
bien de las almas. Y si hay alguien que se le debilita la fe ante los
terremotos y huracanes, hay otros muchos que se les enciende más porque ellos
tienen el temor de Dios y creen en Mi justicia, la cual hijos, no debéis de
olvidar. Yo, Jesús, os hablo.
Sed almas santas y
personas de compromisos espirituales, para que algún día recojáis los frutos
de vuestras buenas obras. Sed fieles al Evangelio y a Mi doctrina, Yo vine para
enseñaros el verdadero camino hacia el Cielo y vosotros lo tergiversáis y lo
adaptáis a vuestros vicios y conveniencias, pero a Mí no Me podéis engañar
porque Yo veo los corazones tal cual son y no Me podéis enmendar la plana. Yo,
Jesús, os hablo.
Así que hijos, permaneced
en Mi amor (Jn 15, 9-11) y no os apartéis de Mí, siendo perseverantes en los
Sacramentos y fieles a Mis enseñanzas y ejemplo, para que el mal no os pierda
eternamente. Esto no quiere decir que no tengáis sufrimientos de una índole o
de otra, quiere decir que vuestra fe y vuestras obras buenas os salvaran. Yo,
Jesús, os hablo y os instruyo.
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