Es la tribulación que todo ser viviente debe padecer. Pero no tengáis miedo, no tengáis miedo de las cosas de este mundo, porque son perecederas y caducas, temed a las del otro mundo que son eternas. Manteneos en oración junto a la Santísima Virgen. Que en todos los hogares haya una imagen de María Santísima, y rosarios y agua bendita, y no tengáis miedo de nada de lo que suceda si estáis con Dios, porque El no os abandonará y solo os pide fidelidad en todas los momentos, en los momentos de oscuridad y en los momentos de luz. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Invocadme a Mí, Espíritu Santo, para que os guie en la oscuridad como la estrella guió a los Reyes Magos. No desesperéis, no os invada el pesimismo, quien resista hasta el fin ese se salvará y ayudará a otros a salvarse. Sed fuertes y pacientes, ofreced todo por el bien de las almas y de la Iglesia, por el Santo Padre (el Papa) por quien más tenéis que rezar y no os olvidéis que los miembros del Cuerpo Místico también deben pasar la Pasión de Cristo para luego resucitar como El resucitó. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
¡Animo hijos! se os avisa para que no os pille desprevenidos. Tened la Biblia a mano, y sacramentales, la cruz de San Benito, y orad, orad y orad cuando todo esto suceda, porque la oración será la mejor arma que podáis tener, si además la hacéis con el corazón limpio de pecado. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os advierto. La paz de Dios Altísimo y de las Tres divinas Personas esté con todos vosotros.
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