Hoy Me Dice Nuestra Santísima Madre:
“Hay que pedir mucha oración por las
sufrientes almas del purgatorio a quienes Visito con frecuencia y
quienes requieren de vuestras oraciones para ser liberadas.
De igual manera, Mis Pequeños, que ellas necesitan de vuestras oraciones vosotros necesitáis que ellas intercedan por vosotros.
Son tantas las almas que se condenan por
no tener quien interceda por ellas, que os pido, Mis Pequeñitos, no os
quedéis ociosos ni un momento sino ofrecer sacrificios, ayunos y
penitencias por la Conversión de los pobres pecadores.
Haced caso de lo que os Dice Vuestra
Santísima Madre María Reina del Cielo y de los Ángeles todos que es por
Vuestra propia salvación y santificación todo lo que vuestra Bendita
Madre os solicita.
Os lo repito: no os quedéis ociosos ni
un instante sino orad a tiempo y a destiempo, interceded por vuestros
hermanos a toda hora que todo Bien que hagáis por un hermano, lo
estaréis haciendo por vosotros mismos.
No lo olvidéis.
Que no lleguéis ante El Trono Sacrosanto
con vuestras manitas vacías en obras de Misericordia: Orad por los
vivos y difuntos que vuestro costalito de Regalos a El Cielo se irá
llenando así para que tengáis qué presentar Ante El Trono de Dios.
Os Amo y os espero en Mi Inmaculado
Corazón para cuidar por vosotros y no olvidéis Consagrar vuestras
Familias y moribundos a San José.
Después escucho: “La Oración de los cien requiems”
Puede servirse de un rosario común de
cinco decenas, recorriéndolo dos veces para formar las diez decenas, o
sea la centena de Requiem. Se empieza rezando el acto de contición, un
Padrenuestro y después una decena de Requiem de esta forma:
Concédeles, Señor, el descanso eterno.
Y brille para ellas la luz perpetua.
Y brille para ellas la luz perpetua.
R. Al final de la decena de Requiem se hacen invocaciones:
Almas santas, almas pacientes,
almas cautivas, rogad a Dios por nosotros, que rogamos por vosotras
para que el Señor os dé su gloria. Amén.
Padre Eterno, os ofrecemos la Sangre, Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecads, la libertad de las Almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores.
Amen.
(León XIIII concedió a cada requiem 50 días de indulgencia).
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