Hijos
Míos Yo, Jesús de Nazaret, el Hijo del Altísimo, lo puedo todo, y deseo
amorosamente que Mis ovejas sean felices según disponga Mi voluntad. Yo, Jesús,
os hablo.
Nada Me
duele más que ver un alma angustiada, frustrada, insegura, desdichada. Porque
Yo hijos no he venido para que seáis desgraciados, sino para que seas felices
en Mí y cumpliendo en todo Mi voluntad, porque solo Mi voluntad os puede dar
esa realización y satisfacción interior y exteriormente. Yo, Jesús, os hablo.
La
desdicha y la desgracia son frutos del pecado y del mal que permitís que entre
en vuestras vidas. Debéis vivir vigilantes y ser muy acérrimos para evitar que entre en vuestros corazones ninguna
clase de mal, porque si ese mal se asienta en vosotros dará sus frutos, frutos
de amargura y desolación, por eso, lo mismo que de una siembra se quitan las
malas plantas, los abrojos y todo lo que entorpezca a su crecimiento y buenos
frutos, así vosotros debéis desechar y
sobre todo impedir, que el mal entre en vuestras vidas bajo ningún aspecto. Yo,
Jesús, os hablo.
Si
sabéis que discutiendo con vuestro esposo o esposa os ponéis en situación de
romper un matrimonio, de escandalizar a los hijos, de quitaros la paz, no
discutáis, simplemente si tenéis que hablar para aclarar las cosas, hablad con
serenidad y sin ira, porque todo lo que sea defender la verdad, la verdad que a
Mí Me dará gloria y a vosotros os ayudará a crecer en santidad, Yo, Jesús, os daré
Mi gracia. Pero si antes de empezar una conversación ya estáis encendidos en ira, ese diálogo terminará muy
mal para las dos partes. Yo, Jesús, os hablo.
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