Son
muchas las almas atribuladas tanto por enfermedades como por pruebas de fe o espirituales,
y Yo os pido, hijos Míos, que oréis por ellas y ofrezcáis sacrificios por
vuestros hermanos y hermanas que andan sumergidos en sufrimientos. Yo, María Santísima,
os hablo.
No soy
impasible al dolor de todos vosotros. Muchos Me invocáis y deseáis que
inmediatamente se os solucionen las cosas, pero no son así los designios de
Dios. No, hijos, no, Él tiene su tiempo y sabe cuándo debe actuar. Eso no
quiere decir que no sirva el rezar e interceder, no, hijos, no, cuanto más oréis,
cuanto más constantes seáis en la oración y el sacrificio más y mejor se os solucionaran los problemas
o conseguiréis lo que pedís, como muchas madres piden la conversión de sus
hijos.
Pero lo
que más os hace avanzar en santidad y conseguir aquellas cosas santas que
pedís, es la conformidad con la voluntad divina, y tanto si estáis en oscuridad
como si no, creer y aceptar la voluntad de Dios es como un bólido que os hace
subir alto y os anega en total paz y confianza
en Dios. Yo, Vuestra Madre querida, os hablo.
Sé muy
bien vuestras aflicciones y las considero y las ofrezco a Dios cuando vosotros
Me las ofrecéis a Mí. Pero hijos, debéis ser pacientes y conformes en las
circunstancias adversas que os vengan, porque algún día en la otra vida veréis
de cuanto os sirvieron.
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