16 de Febrero del 2016
Mensaje Público
“Yo soy tu Jesús, nacido Encarnado.”
“El día de hoy he venido para hablarles del pecado de la arrogancia tan
de moda en el mundo actual. La persona arrogante tiene un pensamiento
distorsionado. Se ve a sí misma como más importante de lo que es.
Recuerden, la humildad se ve así misma en la verdad de su posición ante
Dios. La arrogancia, entonces, es lo puesto a la humildad. La persona
arrogante presume tener más derechos y poder de los que tiene. Muchas
veces pisotea los derechos de los demás sin considerar cómo repercute en
las personas.”
“A la persona arrogante no se le puede corregir fácilmente, pues no
respeta la autoridad de sus superiores. Muy a menudo siente que no
tiene que dar cuentas a nadie.”
“Cuando una persona arrogante tiene un cargo de poder, muchas veces es
un desastre. Su puesto se vuelve más una dictadura que un servicio y
liderazgo amoroso. La humildad siempre está abierta al cambio y a las
sugerencias de cambio. La humildad considera cuidadosamente las
opiniones de los demás. La humildad fomenta la unidad, no la
discordia. La humildad dirige amablemente con Amor Santo y apoya con
Amor Santo. La arrogancia está inspirada por el amor propio desordenado
y, por consiguiente, no dirige con justicia ni verdad.”
“Consideren estas cosas a la luz de los acontecimientos actuales y los
futuros. Que no los convenzan de cooperar con la arrogancia en nombre
de obediencia al cargo.”
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