18 de Agosto del 2016
Mensaje Público
“Yo soy tu Jesús, nacido Encarnado.”
“Una conversión de corazón solamente puede darse cuando hay una
cooperación entre la libre voluntad y la gracia. El corazón del mundo
se muestra obstinado, pues se ha vuelto demasiado independiente y trata
de encontrar soluciones a los problemas sin la intervención celestial.
Por lo tanto, antes de que pueda ocurrir un cambio en la conciencia del
mundo, tienen que suceder acontecimientos que hagan que el corazón del
mundo se dé cuenta de que necesita Mi ayuda. Estos acontecimientos ya
se han puesto en marcha, pero pasan desapercibidos a causa de la
complacencia y la racionalización.”
“Mientras el mundo se preocupa por el calentamiento global, está
sucediendo una crisis mucho más fuerte. Se trata de la frialdad hacia
la verdad por parte de los corazones. Los medios de comunicación y los
líderes laicos y religiosos hacen todo esfuerzo posible por reinventar
la verdad de la conducta moral. La corrupción ha tomado el control. Se
ignora a los que intentan identificar la corrupción. El pecado se
pregona como un derecho legal. Quienes se oponen a esas acciones no
logran hacerse oír.”
“Toda esta degeneración moral y negociación de la verdad repercute en
Mi Desoladísimo Corazón. Se acerca rápidamente la hora de la
expiación. En el mundo natural, ustedes observan un desastre tras
otro. Sin embargo, esas son señales insignificantes de Mi Justicia.”
“Si la humanidad no puede catalogar el bien del mal cuanto antes, se le
hará evidente con acontecimientos, liderazgo corrupto y mayor
persecución del bien.”
“Recen pidiendo que las influencias nocivas empiecen a disminuir.
Pidan que los medios de comunicación ya no respalden el mal como
aceptable en los gobiernos y como una forma de vida. Recen para que se
reconozca el mal.”
Lean Jonás 3
La palabra del Señor fue dirigida por segunda vez a Jonás, en estos
términos: «Parte ahora mismo para Nínive, la gran ciudad, y anúnciale
el mensaje que yo te indicaré». Jonás partió para Nínive, conforme a la
palabra del Señor. Nínive era una ciudad enormemente grande: se
necesitaban tres días para recorrerla. Jonás comenzó a internarse en la
ciudad y caminó durante todo un día, proclamando: «Dentro de cuarenta
días, Nínive será destruida». Los ninivitas creyeron en Dios,
decretaron un ayuno y se vistieron con ropa de penitencia, desde el más
grande hasta el más pequeño. Cuando la noticia llegó al rey de Nínive,
este se levantó de su trono, se quitó su vestidura real, se vistió con
ropa de penitencia y se sentó sobre ceniza. Además, mandó proclamar en
Nínive el siguiente anuncio: «Por decreto del rey y de sus
funcionarios, ningún hombre ni animal, ni el ganado mayor ni el menor,
deberán probar bocado: no pasten ni beban agua; vístanse con ropa de
penitencia hombres y animales; clamen a Dios con todas sus fuerzas y
conviértase cada uno de su mala conducta y de la violencia que hay en
sus manos. Tal vez Dios se vuelva atrás y se arrepienta, y aplaque el
ardor de su ira, de manera que no perezcamos». Al ver todo lo que los
ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, Dios se
arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió.
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