Hijos de Dios, quiero manifestaros que estáis en el mundo
rodeado de demonios de toda clase y que debéis llevar armas y estar preparados
para que su veneno no os lo inoculen en el alma. Yo, Jesús, os hablo.
No importa que seáis sacerdotes, obispos u otros cargos
eclesiásticos, los demonios están entre vosotros, tratando de hundiros lo más
profundo posible en el abismo infernal, y dándoos toda clase de tentaciones,
que para que no sepáis que son ellos los que os inoculan el mal, lo disfrazan
de programas de televisión, de películas, de revistas y de amistades pecaminosas,
que no saben decir más que palabras soeces, y tacos de toda clase.
Cuidad de vuestros pequeños, que a los niños también
persiguen los demonios y los tenéis muy mal preparados y protegidos para las
batallas del mal. No les enseñáis a santiguarse, no les enseñáis a rezar, no
los lleváis al Templo, y sin embargo, que avispados están en otras muchas cosas
que para su corta edad no deberían saber. Yo, Jesús, os hablo.
Estáis rodeados de malignos espíritus en todos los
sitios, y en las familias también, por eso tened imágenes bendecidas y
veneradlas para que ellos huyan despavoridos a lugares donde deben estar y no
entre vosotros. Ellos están eufóricos porque creen que han conquistado el mundo
y se jactan de ello, pero no hijos, Mi Madre es la que puede con todos ellos y
no permitirá que ganen la batalla del mal, porque Ella y Mis Santos Ángeles con
San Miguel a la cabeza, los expulsaran sin miramientos hacia los abismos
infernales. Todo en su momento. Ahora vuestra mayor preocupación debe ser vivir
en estado de gracia.
Hijos, borrad pecados de vuestras almas que muchos los tenéis
bien arraigados y tratad de humillaros ante Dios Altísimo y pedirle Su misericordia
y Su gracia para no volver a caer en la tentación. Propagad este mensaje, dadlo
a conocer a personas que viven tan seguras de su situación espiritual y de sí
mismas. Id a los confesionarios, lavaros en el Sacramento de la Penitencia y no
ocultéis ni un solo pecado por aberrante que sea, porque entonces saldréis del
confesionario peor que entrasteis. Yo, Jesús, os hablo y os informo.
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