26 sept 2016
Mensaje mensual 6 agosto 2016 - Monte Faro de Luz - Caceres - España
Pequeños míos, hijos míos, paz tengáis en vuestros corazones y Luz de mi Luz en vuestras almas.
Coged la Biblia, hijos míos, y meditad a EZEQUIEL.
Es una oración, hijos míos, la que os mando todos los meses para que vosotros conozcáis más a vuestro Dios, mi Dios.
Hoy vengo, hijos míos, de negro, vestida de negro, por el dolor que hay en el mundo, por los crímenes, por esos hijos míos que no llegan a su final, por esos crímenes que el hombre comete a su hermano, por odios, por engaños, por poder, por avaricia, por la carne, por la soberbia, por el yo.
Vosotros, pequeños míos, como otros hijos míos en el mundo, venís a rezar Conmigo y a pedir a mi Dios, vuestro Dios, por la salvación del mundo ¡ Tantos hijos están equivocados, que solo quieren el error, la mentira, el odio ! Vosotros venís a consolar mi Corazón y Yo os doy mi Corazón para vosotros ¿Qué va a querer una madre para sus hijos si no todo el bien? Y tengo que daros gracias, hijos míos, a todos los que venís aquí a mi Casa de Faro de Luz, y doy bendiciones para todos, aquellos que no han podido venir también y los que se han alejado de este Santo lugar, mi Casa.
Gracias, pequeños míos, niños y niñas de Calamonte ¡Qué alegre está mi Corazón! ¡Qué alegría siente mi Corazón de haberme recibido con tanto amor y tanto cariño! Tantas bendiciones, hijos míos, derramo y voy a derramar para todos vosotros; todo ese pueblo de amor.
Seguid rezando, hijos míos; ya os dije que sois el primer grupo de Faro de Luz; hacedlo, porque Yo voy a dar y doy Gracias, muchas Gracias, y curaré y sanaré a muchos, porque ya lo hice en ese pueblo, mi pueblo, a varias almas y va haber más almas que van a ver mi Corazón en sus Corazones.
¡Qué sencillo es rezar, hijos míos! ¡Qué sencillo oír a Dios vuestro Dios, mi Dios! “Padre, me entrego a Ti, haz de mi lo que Tú quieras, fortalece mi corazón, dame la fe que necesito, conviérteme a tu Hijo Jesús, mi Maestro. Padre, ayúdame a comprender y a estar al lado de mi hermano, de aquel que me quiere y de aquel que no me quiere; que yo tenga fuerza y luz para seguir al Maestro, mi Jesús, mi Dios de amor”.
Sí, hijos míos, sed sencillos, nada, pequeños; y ahora os voy a decir una cosa muy especial para vosotros y para el mundo entero: “El mundo quiere milagros, quiere ver milagros, pero Yo os digo, hijos míos, el mayor milagro lo tenéis todos los días, el Sagrario, allí está mi Hijo, Cuerpo, Alma y Divinidad ¿Qué mayor milagro queréis ver sino que vais a tomar el Cuerpo y la Sangre de mi Hijo en vuestros corazones, al mismo Dios, hijos míos, a mi Dios y Señor, le tomáis siempre cuando vais en oración? Sí, hijos míos, allí está mi Hijo y va a vosotros para fortaleceros vuestras almas; ¡qué mayor milagro, hijos míos, si Él está siempre con todos los hombres, siempre”. Buscadlo, llamadle, id a Él, Él siempre estará y está con todos vosotros; ahora sí, tenéis que ser limpios de corazón, dejar los tesoros de la tierra en la tierra, buscar los Tesoros del Cielo, esos Tesoros no se pudren, los de la tierra sí;¿ de qué les vale al hombre ganar al mundo si su alma está podrida y no puede ir a la Mesa del Señor, mi Dios, vuestro Dios, porque están llenos de microbios, de basura, de pecado?
Quitaos el yo, hijos míos, no regañéis unos con los otros, llevad una vida alegre, contenta y siempre en vuestros corazones y en vuestra boca el Nombre de mi Hijo: “Jesús te amo, Jesús te adoro, Jesús eres todo para mí”.
Perseverancia, hijos míos, no os olvidéis de confesar más a menudo, de ir al Sagrario; pedid por aquellos que no aman a su Dios, su Creador, mi Dios y Creador; pedid para que no haya guerras, luchas infernales, poder de hombres, porque el Demo nio, hijos míos, es muy astuto y entra por los sentidos. Rezad mucho a mi Corazón, la oración que tanto me gusta, el Rosario, porque desde siempre Yo estoy haciendo una alfombra, tejiéndola para que un día, todos vosotros piséis esa alfombra y estéis en las Moradas Celestiales.
Yo quiero con mi Hijo salvar al mundo y vosotros sois mis guerreros, mis polluelos, tenéis que venir aquí a Faro de Luz, a mi Casa de Amor; id por el mundo llevando, hijos míos, los mensajes de mi Corazón, las Catequesis que traigo Yo para toda la humanidad, para la conversión del mundo.
Amaos, no os odiéis, ayudaros pero de verdad , que no haya pena en vuestros corazones y cuando veáis algún hermano vuestro que necesita de vosotros, aunque sea un aliento de vuestros corazones, dádselo. “Jesús te quiere mucho, pequeño; Jesús te ama, pequeño; ten confianza en Jesús, Él es tu Dios, vete a Él”.
El agua sigue curando, hijos míos, y Yo os digo, otra vez más, que llevéis el agua a los enfermos y a los que no son enfermos, porque esta agua sana el cuerpo y el alma.
Hijos míos, tanto os quiero que Yo, mi Corazón, está sufriendo por otros, hijos míos, que ponen clavos y espinas de tanto sacrilegio que comete el hombre a la Divinidad de mi Hijo, a su Dios. Consoladlo vosotros y quitadme alguna espina, hijos míos, con vuestras oraciones, vuestras penitencias, vuestros ayunos; llevad un poquito la Cruz de mi Hijo, por eso os he dicho tantas veces que hagáis el sacrificio de la Cruz, el Viacrucis, y así veréis que mi Hijo sufrió por todos los hombres; llevadlo vosotros también en vuestros corazones.
Seguid, hijos míos, caminando, y no os olvidéis, como al principio os he dicho: Sagrario, Sagrario, Sagrario; también os voy a decir otra cosa más: “muchas almas del Purgatorio han salido por vuestras oraciones; seguid pidiendo por las almas del Purgatorio. También necesitan oraciones: Balbina, Andrea, Juana, Santiago, Felipe , Andrés; pedid y hacedles misa a las Benditas Almas del Purgatorio, como vosotros decís en la tierra; ellos os ayudarán cuando vosotros muráis y ellos están salvados ya en el Cielo”.
Y ahora, hijos míos, os bendigo, pero antes, comos iempre, mi Dios Padre Creador, mi Hijo de Amor, el Espíritu Santo, mi Esposo Santificador y Yo, vuestra Madre Miriam, Corazón de María, Faro de Luz, Faro de Luz, Faro de Luz. Adiós, hijos míos, adiós pequeños...
Seguid, hijos míos, rezando y pidiendo vuestra fe, adiós hijos.
Ntra. Madre en Monte Faro de Luz.
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