“Queridos
hijos! Hoy los invito a la oración. Que la oración sea vida para
ustedes. Solamente así su corazón se llenará de paz y alegría. Dios
estará cerca de ustedes, y ustedes lo sentirán en su corazón como un
amigo. Hablarán con Él como con alguien que ya conocen e, hijitos,
sentirán la necesidad de testimoniar, porque Jesús estará en vuestro
corazón y ustedes estarán unidos en Él. Yo estoy con ustedes y los amo a
todos con mi amor materno. Gracias por haber respondido a mi llamado. ”
Mensaje 2 de septiembre de 2016
“Queridos
hijos, por voluntad de mi Hijo y por mi amor materno, vengo a vosotros,
mis hijos, y especialmente por aquellos que no han conocido el amor de
mi Hijo. A vosotros os doy mi amor materno y os traigo la bendición de
mi Hijo. Vengo a vosotros que en mí pensáis, que me invocáis. ¿Tenéis
corazones puros y abiertos? ¿Veis los dones, los signos de mi presencia y
de mi amor? Hijos míos, en vuestra vida terrena, actuad siguiendo mi
ejemplo. Mi vida ha sido dolor, silencio y una inmensa fe y confianza en
el Padre Celestial. Nada sucede por casualidad: ni el dolor ni la
alegría, ni el sufrimiento ni el amor. Todas estas son gracias que mi
Hijo os da y que os conducen a la vida eterna. Mi Hijo pide de vosotros
amor y oración en Él. Amar y orar en Él –y yo como Madre os lo
enseñaré–, significa: orar en el silencio de vuestra alma, y no solo
recitando con los labios. Este es el gesto más pequeño y hermoso que
podéis realizar en nombre de mi Hijo: esto es paciencia, misericordia,
aceptación del dolor y el sacrificio realizado por los otros. Hijos
míos, mi Hijo os mira. Orad para que vosotros también podáis ver Su
Rostro, para que este pueda ser revelado a vosotros. Hijos míos, yo os
revelo la única y auténtica verdad; orad para que podáis comprenderla y
para que podáis difundir el amor y la esperanza; para que podáis ser
apóstoles de mi amor. De manera especial, mi Corazón materno ama a los
pastores; orad por sus manos benditas. ¡Os doy las gracias! ”
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