4 de Febrero de 2.017
Monte Faro de Luz [Valencia de Alcántara (Cáceres) ESPAÑA]
Pequeños míos, hijos míos, paz tengáis en vuestros corazones y Luz de mi Luz en vuestras almas.
Hijos míos meditad a MARCOS, a mi Hijo, estas son las enseñanzas que vengo Yo a dar al
mundo para que conozcáis cada día a mi Hijo, a vuestro Maestro, a vuestro Dios; no os olvidéis de Él, id tras de Él, pedidle a Él, amadlo a Él, Él os dará la fortaleza y el Don de la Misericordia y el Perdón; imitadle, sed fuertes, hijos míos, por muchas tentaciones que tengáis en la vida, confiad en mi Hijo y en mi Corazón Inmaculado.
Tantas veces os he dicho, nada de rencillas, rencores ni cóleras, ni insultos. Sed buenos, hijos
míos, sed amables, amables, hijos míos; quereos de verdad, no imitéis a esos otros hijos míos
que están en tinieblas, que solamente buscan el odio, la mentira, los rencores, la maldad,
lujuriosos.
Hijos míos, vosotros sois del mundo del Cielo, por eso llamo aquí en Faro de Luz y en el mundo entero; Yo vengo a salvaros a todos y vosotros tenéis que ser fuertes y buscar la Cruz de mi Hijo, abrazar la Cruz de mi Hijo, ver su Rostro. Animo, hijos míos, porque mi Hijo y Yo y el Espíritu Santo, mi Esposo, estamos con todos vosotros; no hagáis caso de lo que dice el mundo de que mi Hijo no existe, que es mentira que Yo no éxito, que es mentira, que la Iglesia no existe, que es mentira, que todo lo que es de mi Hijo Jesús, es mentira. No creáis, id por los caminos proclamado y llevando el Evangelio de mi Hijo, la verdadera Iglesia es la de mi Hijo, la Santa Católica y Apostólica, Iglesia Romana, con el Papa, mi Papa, mi hijo de Amor. Haced caso a la Iglesia, hijos míos, no os vayáis fuera de la Iglesia, allí veréis cosas hermosas , veis y veréis a mi Hijo Sacramentado, que se da al hombre para tener vida y a Mi, a mi Dulzura, hijos míos; si supierais como es el Cielo, y por eso vengo al mundo hoy más que nunca a salvaros. Quiero que todos os salvéis, pero mirad, hay cruces, pequeñas y grandes y como tantas veces os he dicho aquí en Faro de Luz, mi Casa, mi Hijo está en la montaña, tenéis que subir a ella, peldaño tras peldaño, despacio pero firme, no miréis atrás, buscad las Llagas de mi Hijo, la Corona de Espinas, su Corazón, su Rostro; si miráis atrás vais a ver al mundo y el mundo se destrona por los pecados; id caminando despacio pero firme como os he dicho, porque el que llega a la cumbre las Puertas del Cielo se abrirán.
En el Cielo, hijos míos, tantas veces os he dicho aquí en el mundo, entra la Pureza; los vicios y
las maldades no pueden entrar en el Cielo, por eso haceos como niños pequeñitos que no hay
maldad en sus corazones, y como al principio os he dicho, dejaos de rencores, malas caras, malos sinsabores y amaos, amaos de verdad y perdonad al enemigo, perdonad aquel que os hace daño, y sed cariñosos con vuestros hijos, vuestros esposos, vuestras esposas, ¡ay! tantas veces os he dicho que cuando haya discusiones con vosotros mismos y familia, id a una habitación o a un rincón a orar por aquel que no lleva la razón, verás como así ganareis el ciento por uno.
Yo soy vuestra Madre y os quiero de verdad, hijos míos, y traigo bendiciones para todos
vosotros y vuestras familias y, tantas veces os he dicho, pedid a mi Corazón, que Yo trasmito a mi Dios Padre Creador, a mi Hijo de Amor y a mi Esposo el Espíritu Santo todo aquello que
traigáis en vuestras almas.
No tengáis doble careta, hijos míos, no tengáis una vela al Demonio y otra a Dios, mi Dios
vuestro Dios. No mintáis, si hijos míos, y el yo hay que quitarlo ya; buscad la humildad, en la
humildad está el Amor, la Luz, la Esperanza, la Caridad, la Fuerza, el Cielo. Yo soy Faro de Luz; mi Corazón triunfará pronto en el mundo, pero antes como os dicho tantas veces, no aquí solo sino en el mundo, vendrán noches de tinieblas, perversidad en los hombres, guerras nucleares, terremotos, sangre, perversidad, matarán el padre al hijo y el hijo al padre, habrá hijos míos, mucha sangre por el mundo, ríos de sangre, de sangre de inocentes; pero Yo os digo, hijos míos, que los inocentes son mártires del Cielo, por eso tendréis que ver tantas cosas, el silencio de la Iglesia, que ya está, y tantas cosas en muchos hijos míos predilectos que han dejado de llevar sus Ministerios y están ahogados en la miseria, en el lodo de la corrupción.
¡Qué pena tiene mi Corazón! Por eso os pido aquí, hijos míos, que pidáis por ellos, que recéis
por ellos, para que vuelvan a la conversión, ¡Ay el pecado de la carne, cuánto lo odia mi Dios,
vuestro Dios! El hombre está loco, es Sodoma y Gomorra, hijos míos, podéis atajarlo vosotros
con la oración, de que haya paz y amor en este mundo, hijos míos; sed serviciales, sed también, como os he dicho antes, amorosos y pedid mucho por el Papa, por mi hijo predilecto, pedid mucho por toda la humanidad.
¡Ay cuánta sangre va a haber en el mundo y hay ya. Hijos míos, ¿que estáis haciendo?, hijos
míos, ¿no veis qué vais a la perdición? Hijos míos, buscad a vuestro Dios, id al Sagrario, gritad: ¡Jesús ven!, sálvanos y danos la Luz que necesitamos para entender los Misterios de tu Corazón, para entender todo aquello para nuestra salvación.
“Jesús sálvanos porque no sabemos todavía nada, no entendemos nada, Jesús llévanos a ti,
llévanos a tu Eucaristía, para que comamos y bebamos tu Cuerpo y tu Sangre y tener vida
siempre en nuestras almas, Jesús haznos santos, queremos ser santos, Jesús te amo, Jesús te
amo, Jesús te amo, Jesús te amo”.
Decidle a vuestro Jesús estas plegarias para que Él tenga misericordia y vayan esas oraciones al Todopoderoso, mi Dios Creador, vuestro Dios Creador para que se aplaque la ira de mi Dios, vuestro Dios, porque el pecado ha llegado a la bóveda del Cielo y ya el Cáliz rebosa y el Señor mi Dios ya tiene preparado a los ángeles con las trompetas para avisar al mundo de que si no se convierte y se clavan de rodillas a pedir perdón, vendrán tantas calamidades al mundo, pero no porque mi Dios vuestro Dios lo mande, sino que el hombre lo quiere, por su soberbia, sus vanidades, su yo.
Gracias pequeños míos por estar aquí conmigo una vez mas y pedir por todos mis hijos y por
todos vosotros, no os olvidéis, hijos míos, de pedir por aquellas almas que van a dar sus vidas en este día, y todos los días tenéis que pedir por los moribundos para que mi Dios, vuestro Dios, tenga Misericordia de todos ellos y se salven, vayan al Cielo.
Hijos míos una vez más os digo que os amo y que estoy siempre con vosotros, os doy mi
bendición, pero antes como siempre, mi Dios Padre Creador, vuestro Dios Padre Creador, mi
Hijo Salvador, el Espiritu santo mi Esposo Santificador y Yo vuestra Madre Miriam, Corazón de María, Faro de Luz, Faro de Luz, Faro de Luz.
Venid aquí, hijos míos, a rezar Conmigo por la salvación de las almas de mis hijos; amaos, y
como mi Hijo dijo un día, “amaos los unos a los otros como Yo os amo”. Ese es el lema, es el
Cielo; si no hay amor, no hay Cielo, si hay amor, hay Cielo.
Adiós hijos míos, adiós pequeños, adiós hijos...
Os digo, pequeños míos, que Yo me aparecí un día en Pontevedra a mi hija Lucía y le dije que
los cinco primeros sábados de mes viniesen a rezar a mi lado, que pidiesen por el Papa y que
confesaran, eso os digo, hijos míos, hacedlo, porque Yo vendré a por vosotros para llevaros a las moradas celestiales, es fácil hacerlo, hijos míos, hacedlo.
Ntra. Madre en Monte Faro de Luz.
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