CONFIDENCIAS DIVINAS DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
CON SU AMADA HIJA LUZ DE MARÍA
CON SU AMADA HIJA LUZ DE MARÍA
2 DE ABRIL DEL 2017
Me encontraba con Cristo amado y mirándome fijo a los ojos me dice:
Amada Mía: mira el interior del hombre...
Acto
seguido, miramos un hombre y me dice Cristo: mira cómo se desconcentra
el hombre en un instante, mira cómo en un instante los sentimientos
varían del amor al odio, del respeto al irrespeto, de la bondad a la
exigencia, siendo presa de una gran debilidad en el alma. El hombre se
debilita con mayor frecuencia, no solo físicamente sino interiormente.
Ante el mínimo imprevisto, el hombre hace salir de sí sus debilidades.
Yo
miraba con gran atención a esa criatura y sus movimientos, miraba sus
sentimientos y cómo dependiendo de los sentimientos, todo cambiaba
inesperadamente en el hombre. De pronto, ese hombre camina hacia su
hijo y al encontrarse con el hijo, le insulta verbalmente y el hijo va a
responder al padre… Interviene Cristo y le dice al hijo: BENDICE
A TU PADRE, ABRÁZALO Y VETE EN PAZ, TEN PRESENTE QUE NO DEBES MATAR A
NINGUNA CRIATURA HUMANA, NI CON EL PENSAMIENTO, NI CON LA LENGUA, NI CON
EL SENTIMIENTO, NI CON EL PENSAMIENTO. El hijo procedió como
le inspiró Cristo y el padre consternado y avergonzado, quedó sin
palabras, atónito miró a su hijo que se alejaba y de los ojos del hombre
salían lágrimas.
Me
dice Cristo: ¿sabes amada, en cuántas ocasiones se repite esta escena
en el día? Múltiples, cada instante. Y ¿cuántas criaturas humanas
reaccionan como ese joven? Te puedo decir que casi ninguna ni los que se
sienten más cercanos a Mí.
¡TANTO HE PREDICADO SOBRE LA LEY DEL AMOR! y el mundo lo desconoce debido a que el hombre actúa basado en sus sentimientos e impulsos inmediatos.
Aparece
de pronto otro hombre, parece poseedor de una gran paz, pues su rostro
sereno, su caminar despide paz. Me dice Cristo: ¿qué piensas amada? y
le respondo: tiene una gran paz.
De
pronto otra escena: el hombre camina tranquilo, pero a su lado
aparece otro hombre que le conversa, continúan caminando y conversando
hasta que algo de lo que mencionó el otro hombre no le pareció al que
camina en aparente paz. El rostro se le desfiguró y la voz le cambió,
hasta las expresiones fueron otras. Me dice Cristo: amada, ahora verás
lo que solo Yo conozco y lo que hace de una criatura que se acerca a Mí
un harapo total…
Veo
al hombre perdido en una total parálisis emocional, se sume en un
orificio del que no logra salir. Una nube oscura le envuelve el corazón,
el cerebro, el pensamiento, recorriendo todo el cuerpo espiritual y el
físico. Los órganos del aparato digestivo se tiñen de un color azul
oscuro y la bilis sube como deseando tomar un recorrido que no es el
normal. Me dice Cristo: mira la gran intromisión de los sentimientos
en el hombre. Mi necedad no es necedad es Mi deseo para que la
Humanidad supere ese enraizamiento a lo inmediato.
YO
SOY AMOR, MI AMOR TRASCIENDE, MI AMOR ES ESPIRÍTU Y COMO TAL, ES UN
ACTO INFINITO DE VIDA Y ORDEN. ASÍ USTEDES HIJOS, TIENEN QUE VIVIR CON
SED DE TRASCENDER HACIA LO ESPIRITUAL PARA QUE LA VIDA TOME VALOR,
BELLEZA Y CONTROL. Mi Amor organiza, armoniza para que las obras y actos sean testimonio de lo que verdaderamente es cada criatura humana.
Como
a los hombres citados, los sentimientos les traicionan ante una
predominio de su “ego” y un constante minimizar lo espiritual, dejando
al descubierto el mundo en que cada cual se mueve verdaderamente.
Mi
Amor es ascenso y quien asciende no camina solo sino en unidad, en
comunidad, para aprender y comprenderse no a sí mismo sino en unidad a
su prójimo.
Les
he llamado a vivir en Mí para que actúen como Yo actúo, no en
repetición de Mis actos, sino en vivir Mis actos. Tomen, aliméntense,
vivan, expresen el cambio interior que les remonta a las alturas de Mi
Amor, sin el que no lograrán ser mejores criaturas humanas, más
genuinas, no una copia de actos en serie que minimizan lo que son: LA GRAN OBRA DE AMOR.
Cristo,
coloca frente a mí unas personas con grandes diferencias: una es
gruesa, otra alta, otra sumamente delgada, otra muy baja de estatura y
otra pálida, enferma o moribunda.
Todas estas personas
son diferentes, pero iguales en un aspecto: ninguna desea mirar a
Cristo. Él les habla y voltean la mirada. Yo miro al hombre que se
encuentra físicamente moribundo y le pido que mire a Cristo, pero
rehúsa hacerlo, no quiere y en su lugar le embarga la ira. Y me
pregunta Cristo: amada Mía: ¿qué miras semejante en ellos? Y yo respondo
de inmediato: que no desean mirarte ni saber de Ti y Cristo me dice: lo
que salta a la vista no es lo común en ellos, sino lo que mantienen
escondido en lo profundo de su corazón.
Me
dice Cristo: la persona de baja estatura desea ser alta para
distinguirse en medio de todos, no se encuentra conforme con lo que
posee. Esta criatura humana hurga en todo para enterarse de cuanto
sucede, eleva su voz para ser escuchada, pero su interior se encuentra
vacío, su corazón arde en soberbia y envidia, dice vivir en lo
espiritual, pero Me desconoce.
La persona de gran estatura, desea mantener el control de todo cuanto sucede a su alrededor.
Su
presencia le lleva a sobresalir, pero eso no es suficiente, desea más y
más. Vive pendiente de sus hermanos, no porque les ama sino para
alimentarse de la crítica, su corazón arde en soberbia y envidia, parece
que ora en todo instante, pero no es así, se eleva y cae, Me
desconoce.
La
criatura que da la impresión de mantenerse enferma, no se encuentra
enferma en su cuerpo, sino en su espíritu. Desconoce la fraternidad, la
caridad, su corazón no vive en la compasión sino en la autocompasión,
esto no le permite experimentar el dolor del hermano.
Vive
en la soberbia, en la envidia, su corazón se encuentra vacío de
afectos, la soledad le carcome el alma. Cuando trata de adentrarse en
Mí, de inmediato su mente vuela y no se sosiega, no Me retiene en
ella.
El
desorden del hombre, el amor desordenado, la autocompasión, la falta de
caridad, el corazón endurecido, desordena todo a su alrededor. Esas
criaturas que cité respiran algo que es peculiar: la individualidad, el
desamor, la indiferencia, la soledad, lo que es común a lo mundano y se
encuentran en peligro de alejarse por completo de Mí, debido a la
individualidad que predomina en ellos.
Mis
hijos son uno en común, mantienen una gran consciencia de que son parte
del gran Universo y la responsabilidad de esto les lleva a vivir en Mí
lo que desean para el hermano.
Las
emociones no son malas, pero sí son las que desordenan y llevan al
hombre a no ser parte de Mi Amor ni de todo cuanto ÉL contiene. Mi Amor
no desordena, Mi Amor es luz, no es sombra, Mi Amor es caridad, no
rencor, Mi Amor es esperanza, no desaliento. Mi Amor es todo.
Amada,
en este instante sí existe algo que se apega a todos los hombres y solo
pocos saben enfrentarlo, algo que cada instante irrumpe en el orden
establecido y lleva al caos: LA IRA.
El
deseo, la pertenencia, los lugares, la incomprensión, el desamor, el
desconocimiento son parte por la cual la violencia ha surgido y es parte
del cotidiano vivir del ser humano.
MIS HIJOS SON TAN LIMITADOS EN LA COMPRENSIÓN DEL MAL QUE ESTE LLEGA HASTA DONDE EL HOMBRE LO PERMITE.
La
violencia no es algo que posee el hombre desde que nace, la violencia
la van aprendiendo con el crecimiento, en el medio en que se
desenvuelven y en ocasiones la violencia se contagia en las criaturas
poco ecuánimes, de voluntad débil, los que son como la veleta de un
bote.
Cada
uno de Mis hijos tiene que ser portador de Paz, sembrador de Mi Amor,
compartir con sus hermanos la Caridad para que Mis Atributos sean
acogidos por todos Mis hijos.
MIS HIJOS TIENEN QUE SER AMOR Y LO DEMÁS YO LO DARÉ POR AÑADIDURA. (Cfr. Mt. 6,33)
Mencionado esto, Cristo me dice:
Cuando
la criatura mantiene todo ordenado en Mi Voluntad, el actuar es afín a
Mí y Yo Me gozo en ello. Pero esta generación, que se ha entregado a la
locura del mal y ha usurpado los estados más álgidos de la relación
espiritual con Nuestra Casa, ha caído en la mayor bajeza y se ha
minimizado a sí misma. Ha tomado la ira como revancha, como forma de
castigo de unos hacia otros. Ha introducido como normal los sentimientos
de rencor, de traición, de furia y esto ya no detiene a quienes desean
actuar brutalmente, recrudeciendo en la Humanidad el estado de desamor y
de causarse daño.
El
mal ha estado presente persiguiendo al hombre para llevarlo a lo más
bajo que pueda. Ustedes deben tener presente que el mal no tiene
compasión, arrastra a quienes toma hasta llevarlos lejos de Mí.
EL AMOR ES LA MIEL QUE MIS HIJOS GUSTAN EN LOS INSTANTES EN QUE NECESITAN DE MÍ.
Yo les bendigo.
Su Jesús
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA. AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA. AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
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