Diles que toda persona que esté en riesgo inminente de muerte como Mis Hijitos enfermos y moribundos y en especial los que tienen riesgo suicida, porque muchas almas está llevando Satanás a la desesperación, decidles que les coloquen Mi Escapulario Bendito porque por las promesas que conlleva, el Diablo no se las puede llevar porque su maléfica intención es llevarlas al Hades.
Decidles que no dejen de ver por ellos, de orar por ellos y de ayudarles en todo momento hasta que el peligro pase, pero que BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA RETIREN EL ESCAPULARIO – DE VUESTRA MADRE DEL CARMEN – DE SUS CUERPECITOS.
Os Amo, Mis Pequeños, y os quiero en el Reino de los Cielos reunidos junto a vuestra Verdadera Familia Celestial.
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(Habla un Ángel de Dios Padre)
“…Vosotros sois las únicas luces de en medio de la tiniebla, así que tenéis ahora esa responsabilidad. Salid más protegidos que antes. No olvidéis el valor y las promesas de los escapularios de Nuestra Señora del Monte Carmelo (*) y ponedlas alrededor del cuello de vuestros seres amados; bendecid a los vuestros antes de salir; protegeos lo más posible siempre porque no encontraréis más que creciente oscuridad y tiniebla; pero sois Mis luces y no deseo que desperdiciéis ni una sola ocasión de alumbrar, que lo que está en juego SON LOS DESTINOS ETERNOS DE LAS ALMAS…”
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La devoción del Escapulario nació el 16 de julio de 1251, cuando Nuestra Santísima Madre se le apareció a San Simón Stock, Superior General de la Orden Carmelita, en respuesta a sus sinceras oraciones pidiendo ayuda. Sosteniendo el Escapulario frente a él, Nuestra Señora le habló y le dijo:
“Toma este Escapulario. Quienquiera que lo lleve a la hora de la muerte no sufrirá el fuego eterno. El Escapulario será un signo de salvación, de protección ante el peligro y una promesa de paz”.
Esta importante promesa fue aumentada aún más unos ocho años después cuando la Reina del Cielo se le apareció a quien más tarde sería el Papa Juan XXII, a quien le dijo que“aquellos que han sido investidos con este Hábito Santo serán liberados del Purgatorio el primer Sábado después de su muerte”
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Cada escapulario tiene sus privilegios
o gracias particulares, pero todos pueden sustituirse por
la medalla-escapulario (cfr. Decreto de 16-XII-1910). Sería
falta de fe en la autoridad suprema del Vicario de Cristo
que confiere a esta medalla tal privilegio, creer que vale
menos, para ganar las promesas, llevar la medalla que los
trozos de paño (aunque en determinados casos, por otras
razones externas de mayor visibilidad, etc., puede ser preferible
el escapulario de paño).
La medalla-escapulario debe tener
por una parte la imagen de Jesús con el Corazón,
y por la otra una imagen de la Virgen bajo cualquier advocación.
Lo mismo que los escapularios ha de estar bendecida por un
sacerdote.
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Entre las devociones a la Virgen María, debe colocarse en primer lugar la devoción al escapulario del Carmen (Pio XII)
LLevad siempre el escapulario; yo lo llevo constantemente y de esa devoción he recibido un gran bien (Juan Pablo II)
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