18 ene 2016

Mensaje 16 ene 2016 - España

Hijos Míos, no todos los que se mueven y hacen ruido y tienen muchas actividades, son personas que funcionen muy bien, porque ya sabéis que para saber cómo funciona una obra de Dios, por sus frutos los conoceréis (Mt 7, 16) Yo, Jesús, os hablo.

En mi Viña millares de almas que pasaron por esta vida en silencio, sin apenas percibírseles, alcanzaron  una gran santidad porque nunca buscaron su gloria sino la Mía, y esto hijos, es lo que hace grande a Mis ojos a una persona, el que desee únicamente Mi voluntad. Yo, Jesús, os hablo.

Vosotros juzgáis las cosas por el estrépito de las mismas. Si vais a un acto y hay mucha gente pensáis ¡qué éxito! Y si vais a otro y hay poca afluencia de gente, entonces pensáis ¡qué fracaso! Pero ante la mirada de Dios no es así. Yo sé realmente quien funciona y quien no, y que aprovecha realmente a las almas lo que organizáis. A menudo un acto sin muchedumbre pero hecho tal y como Yo deseo e inspiro, se convierte para el Cuerpo Místico en una fuente de gracia y bendiciones para las almas, y esto aunque muchos  lo sabéis, luego lo olvidáis a la hora de valorar. Yo, Jesús, os hablo.

Una hormiga Me da tanta gloria a pesar de su pequeñez e insignificancia, como un elefante, porque no es el tamaño lo que Me vale, sino el que esas criaturas son lo que Mi Padre Creador quiso que fueran, y eso también vale para las criaturas humanas pues tenéis que ser lo que el Cielo quiere que seáis, y no lo que a vosotros os gustaría. Yo, Jesús, os hablo.

Esto va dirigido también a los sacerdotes que muchos creen que son estériles en sus homilías o en sus actividades, pero como Yo veo sus intenciones según las mismas de humildad  y desinterés  por el reconocimiento, así serán los frutos, frutos que algunos solo los  conocerán en la otra vida.

Y lo mismo para los directores espirituales. El sacerdote es eficaz según sus deseos de atraer hacia Mí a las almas y no el deseo de quedar bien con los dirigidos o de lucirse en el confesionario con consejos o sugerencias, porque ese deseo de lucirse es fruto de buscarse a sí mismo. Por tanto hijos, el amor, la recta intención que pongáis en todo lo que Me ofrecéis o hacéis por Mí, eso es lo que da fruto y no la aglomeración de gente y el lucimiento en sí del acto. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.

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