Hijos Míos,
Soy vuestro Redentor, Jesús de Nazaret. Me dirijo a vosotros para deciros que
todo aquel que de una forma u otra trabaja por la extensión de Mi Reino, Yo lo
recompensaré en esta vida y en la otra. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos,
no tenéis que ser sacerdotes para trabajar en Mi Viña, cualquier persona que Me
ame y desee hacerlo, tendrá su recompensa y las gracias necesarias para que su
labor sea fructífera, aunque ellos no lo sepan. Pero las condiciones para que
esa labor sea fructífera deben ser una recta intención de querer ayudar a la
almas y de darme gloria, porque hay quienes trabajan por su propia gloria y eso
no lo deseo.
Hay
grupos de oración, paginas en la red, libros, actos reparadores, un sinfín de acciones
que Me agradan mucho si las hacéis por amor a Mí y el bien de las almas. Todo,
hijos, será bendecido en esta vida y en la otra, porque Yo no dejo sin
recompensa ni un vaso de agua que deis en Mi nombre (Mt 10, 42). Yo, Jesús, os
hablo.
Muchos
de vosotros creéis que lo que hacéis es poca cosa, o no es fructuoso, pero en
la otra vida muchos veréis que aquellas cosas que en esta vida considerasteis
insignificantes, conoceréis el bien que hicieron a las almas y la gloria que Me
dieron, porque todo aquel que no se busca a sí mismo y hace las cosas por el
Reino de los Cielos, son personas que Me aman y Me tienen muy cerca, porque Me
agradan y Me consuelan en tantas ingratitudes como recibo y tantas blasfemias. Mi Santa Madre os ama también de forma
especial porque todo aquel o aquella que Me consuela, es una criatura que
agrada a Mi Madre y Ella intercede constantemente para que vuestra
perseverancia en la fe sea hasta el último instante de vuestra vida. Yo, Jesús,
os hablo.
Sí
hijos, sí, tratad de propagar el Reino de Dios en todas las partes. Propagad
devociones, suscitad reparaciones, rezad el Santo Rosario, ofreced la Santa
Misa y penitencias por el Reino de los Cielos, para que cada vez más, hayan
muchas almas que Me amen y se entreguen a Mí y sean fieles a las gracias que Mi
Santo Espíritu les da y se reconviertan. Yo, Jesús, os hablo y os intruyo.
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