Hijos Míos,
muchos de vosotros Me tenéis muy disgustado porque todo vuestro afán es
criticar continuamente al Papa. Yo, Jesús, os hablo.
Nadie
es perfecto, pero el bien o el mal que este personaje haga, solo Yo lo sé, y os
aseguro que no aparto Mi mirada de él. Vosotros hijos Míos, solo veis lo
negativo de este Papa, pero no veis el bien que haya hecho, por eso, frenad
vuestras lenguas y no juzguéis según vuestros criterios, porque los Míos son totalmente
opuestos a los vuestros.
Si algo
ha dicho, dice o dijera que no se ajuste con Mi doctrina o el Magisterio de la
Iglesia, rezad por él o escribidle y hacédselo ver, pero no lo censuréis con
tan poca caridad porque a Mí eso no Me gusta. Yo no consiento que a una persona
que Me representa la tratéis como si fuera escoria. El Juez Soy Yo y ya lo juzgaré
en todo lo que haya hecho o haga indebido, y os aseguro que ni una sola nimiedad
quedará sin ser juzgada. Yo, Jesús, os hablo.
La
oración es un arma eficacísima para todo. Para combatir las herejías, para
ayudar al que se tuerce, para hacer que vuestros hijos e hijas vayan por el
camino del bien, para que los sacerdotes sean santos, emplead más tiempo en la
oración y no en murmuraciones, porque muchos de los que criticáis al Papa tenéis
a los hijos viviendo en pecado con sus parejas, o a vuestra familia totalmente
apartada de Mí, ¡Dios y Señor! Por tanto
hijos, frenad esa lengua y si os vienen deseos de criticar al Papa porque veáis
que sus medios no son adecuados, ponédmelos en oración pero no en vuestra murmuración.
Yo, Jesús, os hablo.
No os
digo esto con enfado ni mucho menos, os lo digo con amor y misericordia, porque
vuelvo a repetir que el que esté sin
pecado que tire la primera piedra, (Jn 8,7) y vosotros hijos, muchos estáis en
pecado, y sobre todo, en pecado de soberbia que os creéis mejores y más santos
que el Papa.
Estamos
en tiempos de confusión de apostasía, de alejamiento de Dios, no provoquéis más
apostasía con vuestros criterios, y opiniones, no cumpláis lo que no vaya con Mi
doctrina, sed fieles al Magisterio de siempre, pero os lo vuelvo a repetir,
frenad vuestra lengua y guardaos de dar vuestras censuras u opiniones. Yo, Jesús,
os hablo y os instruyo.
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