Hijos Míos, vosotros que padecéis tribulaciones,
sufrimientos, injusticias, os quejáis a menudo y la tentación del desaliento
llama a vuestras puertas. Yo, Jesús, os hablo.
Miradme a Mí, miradme a Mí padeciendo en silencio y
sin quejas todo el sufrimiento que los que Me crucificaron Me hicieron. Y
cuanto mayor era Mi silencio, más se ensañaban
Conmigo porque les producía ira Mi mansedumbre, Mi resignación y también les
alteraba, porque no comprendían que Yo no Me rebelase contra ellos y les dijera
toda clase de improperios y de insultos. Pero Mi Padre no premiará la
intensidad del sufrimiento, sino la forma de sobrellevarlo y aceptarlo, porque
sufrir hasta los animales sufren, pero aceptar y ofrecer el sufrimiento por el
bien de las almas y de la Humanidad entera, solo los que aman a Dios lo hacen.
Yo, Jesús, os hablo.
Yo os adoctriné en Mi vida pública y os enseñé las bienaventuranzas
y el perdón y amor a los enemigos, pero
luego hijos, lo corroboré todo con Mi ejemplo y os demostré como sufrir por
amor a Dios y a las almas para tener mérito
y dar gloria a Dios. Y si por si acaso Mi ejemplo no os es suficiente, mirad a
Mi Madre humillada ante la Cruz, soportando también injurias, pero aceptando y uniendo
su dolor al Mío, y de esta forma solo fue un dolor único. Si hijos, si, Nosotros
dos hemos sufrido lo que no os podéis imaginar, y sin embargo, todo lo hicimos
por amor a las almas y a nuestros enemigos, para que comprendieran que Dios es
Amor y que Él perdona incondicionalmente.
Muchas de esas personas que nos escupían y nos
atacaban con palabras injuriosas e indignas, más adelante en el correr de los
tiempos fueron mártires por causa del Evangelio, porque la gracia de Dios les
tocó y comprendieron que Yo era realmente el Mesías. Por eso, dad ejemplo de
paciencia y mansedumbre a quienes os injurien, os insulten, os marginen u os rechacen,
porque más adelante vuestro ejemplo puede ser medio por el que se sirva Dios
para reconvertirlos. Vosotros cónyuges que discutís por tonterías sin ninguna
importancia, sed pacientes unos con otros, respetándose mutuamente y no
tratando de discutir porque es justo lo
que desea Mi adversario. Hijos, miradme crucificado y mirad a Mi Madre al pie
de la Cruz con el Corazón Inmaculado traspasado de dolor. Que Ella y Mi ejemplo
seamos vuestros modelos a imitar. Mi Padre hará maravillas en las almas si sabéis
soportar el sufrimiento como nosotros lo soportamos. Yo, Jesús, os hablo y os
instruyo.
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