25 de Marzo del 2018
Domingo de Ramos
Una vez más veo una gran llama que he llegado a reconocer como el
Corazón de Dios Padre. Dice: “Yo soy el Padre de todas las eras y de
cada generación. Vengo a ustedes como heraldo de una nueva era, de una
nueva alianza; una alianza de amor entre Dios y el hombre. Hoy inicia
un día más cercano a la Nueva Jerusalén. Unan sus manos. Dense cuenta
de que en la existencia humana hay victorias y derrotas. Eso se vio en
la vida de Mi Hijo. La multitud lo aclamó a Su entrada a Jerusalén.
Después, muchos de los que aclamaron Su victoria, después aclamaron Su
crucifixión. Esta misma actitud voluble permanece en el mundo de hoy.
Esa es la base para la falta de confianza en el liderazgo y para la
formación de facciones entre los políticos.”
“Nuevamente los exhorto a que se unan en la oración. Esta unidad
logra el cambio. Necesitan un cambio en la conciencia del mundo. El
tiempo es fugaz. Con un corazón sincero, apresúrense a su conversión.”
Lean Filipenses 2:1-4
Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si
algo vale el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o
la ternura y la compasión, les ruego que hagan perfecta mi alegría,
permaneciendo bien unidos. Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un
mismo pensamiento. No hagan nada por rivalidad o vanagloria, y que la
humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes
mismos. Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino
también el de los demás.
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