Hijos amados de Mi divino Corazón, hoy Me dirijo a
vosotros con el deseo de pediros que vengáis a Mí y Me adoréis, porque Yo
Vuestro Redentor os espero cada día en el Santísimo Sacramento. Yo, Jesús, os hablo.
En Mi paso por este mundo como hombre, la gente se atropellaba
y deseaba tocarme porque sabían que de Mí se desprendía gracia para sanarlos y
curarlos de todos su males. Pero vosotros hijos Míos, Me tenéis en el Santísimo
Sacramento expuesto y, no acudís a visitarme, cuando en ese Augusto Sacramento
Yo os miro y os sano en la medida en que vuestra fe cree que así lo puedo
hacer. Yo Soy el mismo de hace siglos, bajo las especies de pan y de vino y, Mi
poder es también el mismo. No cambio hijos, cambia vuestra fe que se enfría o
no crece, porque estáis muy apegados a las
cosas del mundo y eso os evita entregaros más y mejor a los asuntos celestiales,
y venir a Mí para que Me dejéis obrar en vosotros.
Hijos, no tengáis tanta confianza en vosotros mismos y
os alejéis de Mí, porque vosotros tal y como dice el Evangelio, sin Mí no podéis hacer nada. Creéis que
vuestros éxitos vienen de vosotros y por eso sois desagradecidos en las cosas
buenas que os suceden y, vuestros éxitos Yo los secundo, y por eso, cuando algo
os sale mal o tenéis alguna contrariedad ya os hundís, porque vuestra fe no os
permite creer que Yo sigo siendo el mismo en el bienestar que en la adversidad
y que a veces permito la adversidad para que lo veáis así, veáis que Soy Yo
quien ejecuta y no vosotros. Yo, Jesús, os hablo.
Todo lo que hacéis por Mí Me agrada pero tenéis que hacerlo
con recta intención, sabiendo que Soy Yo quien mueve los hilos y que vosotros solamente
sois meros instrumentos. No busquéis reconocimientos humanos ni elogios, los méritos
que hagáis en esta vida se os pagarán en la otra y, no permitáis que nadie por
vuestra causa o por vuestro reconocimiento Me quite gloria. Así que hijos, considerad
esto, porque por mucho bien que hagáis si no lo hacéis con el fin de darme
gloria y de la salvación de las almas, entones ese bien no dará fruto para
vuestras almas, porque quien en las cosas santas se busca a sí mismo y no busca
Mi gloria, a sí mismo se encuentra. Yo, Jesús, os hablo.
Para saber si hacéis esas cosas con recta intención basta conque en las contrariedades sigáis adelante y no os deprimáis, porque os repito que Yo estoy lo mismo en el éxito que en el fracaso y un fracaso bien aceptado y no dejándoos dominar por él, Me da tanta gloria y hace tanto bien a las almas como el más brillante de los éxitos. Todos Mis santos pasaron por tribulaciones, por éxitos y por fracasos y, sus obras han quedado en la posteridad porque buscaron Mi gloria y no la suya. El que tenga oídos para oír que oiga. Yo, Jesús, os hablo os instruyo.
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