LA CASITA DE LA VIRGEN
19 DE JULIO 2020
ESPAÑA
Pequeños míos, hijos míos, paz tengáis en vuestros corazones y Luz de mi Luz en
vuestras almas.
Meditad, hijos míos, MATEO, a mi hijo MATEO, meditadlo, hijos míos.
Mirad, dos meses hay en el año que brillan mucho en el cielo y en la tierra, julio y
noviembre; tengo poder de mi Señor, mi Dios todo Poderoso, para ir todos los días, pero
estos días de estos meses, saco miles de almas del Purgatorio; no os olvidéis de rezar
por ellos, aunque muchos en el mundo no creen en el Purgatorio, incluso en el Infierno;
¡qué pena me da mi Corazón, que dolor siente mi Corazón! Lo que ha hecho Dios, mi
Dios, vuestro Dios, el hombre lo quiere quitar del medio, el Purgatorio; son para esas
almas, mis hijos, que tienen que purificar de su vida errónea del mundo, no entra el
pecado mortal, el pecado mortal, hijos míos, entra en el Infierno, los que mueren en
pecado mortal no verán a su Dios, mi Dios, vuestro Dios; pero aquellos que vayan con
estos pecados veniales y estas faltas, que también son graves pero no llegan a mortal,
verán un día a su Dios Creador, mi Dios Creador. Por eso vosotros pedid mucho a todas
las almas del Purgatorio, porque, otras veces os he dicho, que estas almas cuando salgan
se acordarán de vosotros para que vosotros un día estéis también en el Purgatorio o en el
Cielo.
Que sencillo es todo, hijos míos, y lo hacéis muy mal, porque no pensáis y no creéis que
vais a ir al Purgatorio, al Cielo o al Infierno.
El hombre está con un ateísmo total hoy en día en el mundo, ya no quieren a su Dios, no
le pronuncian, no hablan de Él, no es que le tengan miedo, quieren ser dioses ellos, y
esto lo ha traído mucho las modas, hijos míos, las modas, el hombre quiere hacerse
mujer y la mujer hombre, y todo va al revés, todo va mal, ¿os acordáis, hijos míos,
cuando le dije a Jacinta, “cuando la mujer vista de esta manera que están vistiendo
ahora, vendrá el error al mundo”, y ha venido el error al mundo; ahora estáis todos con
miedo de esta epidemia; sí porque mueren muchos hijos míos, pero Dios, mi Dios,
vuestro Dios, os dice, rezad, rezad, rezad y el mundo no reza, el mundo se está yendo de
su Dios y Dios, mi Dios, vuestro Dios, deja al mundo que se consuma en lo que quiere
el mundo, la mentira, la maldad, la enfermedad, todo lo malo, porque mi Dios, vuestro
Dios, no manda nada malo, porque sois criaturas de Él, creadas por Él y para Él, ¿cómo
va a querer un padre, hijos mío, hacer daño a sus hijos? Pero pensad, hijos míos, que el
que hace mal es Satanás con muchos hombres que odian a su Dios, a mi Dios, vuestro
Dios, no quieren a su Dios y mi Dios, vuestro Dios, deja al mundo que camine por el
entendimiento que Él dio al hombre: haced el bien, os salvaréis, hacéis el mal, moriréis
y no tendréis vida jamás; el hombre es soberbio y la soberbia llega y lleva al hombre a
su destrucción.
¡Qué bonito es amaros, que bonito estar unidos, que bonito es llevar la Cruz de mi Hijo
en vuestras almas, que bonito es ir al Sagrario, que bonito es no hablar mal, ni hacer
juicios temerarios, que bonito, hijos míos, que la familia estén unidas!, pero Satanás está
al acecho y cuando entra Satanás en las casas y en los corazones las casas están
divididas, porque en las casas hay unos que quieren a su Dios y otros que odian a su
Dios; “todo es mentira, cuando muera se acabó, ¿para qué ser buenos, para que dar
amor? Que equivocado está el mundo; lo dije varias veces, que el ochenta y cinco por
ciento están bautizados, son católicos, pero no creen, no practican; y Yo os digo hoy, ya
no es el ochenta y cinco, es mucho mas; se va desbordando; a las iglesias ya no quieren
ir por esto que está pasando en el mundo, ¿cómo puede ser que los hombres crean que
en la iglesia van a coger estas cosas malas, cómo Dios, mi Dios, vuestro Dios, os va a
dar mal? Y sabéis qué pasa, hijos míos, que os estáis acostumbrando al egoísmo y a
tener miedo.
Hijos míos, Dios da la vida, Dios la quita, un Dios Padre todo Poderoso y bueno como
es mi Dios, vuestro Dios, ¿cómo va a querer que tomando la Comunión va a coger el
virus de la maldad? Pensadlo un poco, si vosotros que sois malos como dice mi Hijo,
dais pan, dais un pescado y sois malos, ¿cómo vuestro Dios, mi Dios, va a dar cosas
malas a sus hijos creados por Él?, le dará todo lo bueno hijos míos.
Yo he hablado algunas veces, muchas veces, que el castigo del Cielo es distinto al
castigo de los hombres, y he dicho que el mundo se terminará con fuego, porque ya mi
Dios Creador se lo dijo a Noé: ahora es lluvia, agua, no castigaré con agua, pero vendrá
un fuego que el hombre tendrá un miedo que morirá del espanto que vea.
Hijos míos la ira de mi Dios, vuestro Dios, está por encima ya de esa Copa rebosante,
pero mi Hijo y Yo estamos sujetándolo a mi Dios, vuestro Dios, para que no mande ese
castigo a la tierra; por eso, hijos míos, Yo vengo al mundo y me aparezco para dar los
Mensajes de Amor, y deciros siempre; “rezad por los pobres pecadores, rezad por
vosotros, no tengáis miedo” El miedo es de cobardes, el miedo es satánico, si tuvierais
la conciencia limpia no podéis tener miedo porque mi Dios, vuestro Dios, se presenta en
un momento, nada y dice “vamos que te llevo” y se acabó todo, hijos míos, estáis aquí
en un momento determinado, no os vais a quedar en la Tierra, que más dará veinte,
treinta, diez años, sesenta, cien años, luego vais a gozar del Cielo, y por eso os digo
“arrepentíos, confesaos y poneos a bien con mi Dios, vuestro Dios”.
Dejaos de estas cosas que estáis haciendo mal, que no os queréis, mi Hijo vino a amar al
mundo, lo amó y mi Hijo murió para salvar al mundo en esa Cruz infernal y vosotros
tenéis que imitar a mi Hijo de amor en su caminata, en su caminar que el Amor, Amor
de verdad es lo que enseñó y lo que os dice todavía, “amaos los unos a los otros como
Yo os he amado” Y estamos amando mi Hijo y Yo a la humanidad, por eso mi Hijo y
Yo venimos al mundo a presentarnos y a deciros, “quitaos la maldad, quitaos de la
soberbia, quitaos el ego, sed nada, hijos míos, sed sencillos, pequeños, como un niño
bebé que no hay maldad en sus corazones”.
Hijos míos, os he avisado al principio de mi mensaje, del mensaje que estáis oyendo y
que va a oír el mundo de pedir por las almas del Purgatorio; pero hoy os pido también
que pidáis por todos los enfermos, porque todos vosotros, ustedes, hijos míos del
mundo, estáis enfermos de conciencia y tenéis que curaros, no penséis que el Cielo se
gana por rezar mucho, hijos míos, el Cielo se gana por hacer las obras que mi Hijo dejó
y dijo,
Caridad, amor, fraternidad y llevarse como hermanos y quererse como mi Hijo quiso y
os quiere.
No tengáis palabras ni tengáis que decir esto y lo otro y lo de más allá, como vosotros
decís en la tierra, “es que yo creo, yo creo”; pero claro, creer, creer, ¿a quién crees si no
practicas, hijos míos, si no practicas y tomas el Cuerpo y la Sangre de mi Hijo que se
quedó en el mundo, para eso para la Vida Eterna?; entonces no hacéis nada, y eso
conlleva muchas cosas, primero creer en Dios, ¡cuántos hay que dicen creer y no creen,
cuántos hay que dicen que no hace falta ir a la Eucaristía, cuántos hay que, Jesús es
bueno, pero nada más, ahí se queda todo! Y habláis de mi Hijo sin practicar lo que os
dijo, lo que dijo mi Hijo y os está diciendo mi Hijo. No hay que ser mentirosos, hijos
míos, o se practica o no se practica, pero no pongáis a vuestro Dios, mi Dios, ahí en el
medio para quitaros vosotros vuestras culpas.
Y vosotros que me estáis escuchando, pequeños míos, ahora y los que me vais a
escuchar después, mañana o dentro de un tiempo, os lo digo lo mismo, sed valientes,
sed sencillos, id al confesionario, quitaos vuestras culpas y llevad la vida que llevó mi
Hijo; al que no tiene tenéis que darle, desprendeos, ¿de qué os vale tener tesoros en la
tierra si lo vais a dejar y se van a pudrir y se lo va a llevar el Demonio?; ahora que estáis
en vida, hijos míos del mundo, compartid con vuestros hermanos, compartid, pero eso
sí: “te amo Señor, pero esto me lo quedo yo porque es mío, y ¿por qué tengo que darlo?
Mientras más das más tendrás, no seáis cobardes como aquel que almacenaba,
almacenaba y mi Dios vuestro Dios le dijo, “hoy te llamo para saber y ver cómo tienes
tu alma”; y se lo llevó, y aquello quedó allí, ¿para qué?, no hijos míos.
Hoy estamos, estáis, estamos Yo también, para servir a vosotros y vosotros a servir a
vuestra Madre y a vuestro Jesús con oraciones, con penitencia, con llantos, con alegría;
seguid caminando, seguid yendo a Faro de Luz, los que estáis lejos y no podéis llegar,
mencionad Faro de Luz que siempre estará en vuestros corazones. Faro de Luz me
llaman, Faro de Luz soy Yo, el que venga a Mi Yo le daré Luz en sus entrañas para
siempre.
Animaos, hijos míos, no tengáis miedo, pedid por el Santo Padre, el Papa, que tantas
veces os lo he dicho, hay secuaces que quieren aniquilarlo, hay grupos y grupos en el
mundo que hablan, critican, odian al Papa ¿Quién es nadie para hablar del Papa ni de
nadie?; vais a ser juzgados todos en la medida que vosotros juzguéis.
Silencio, silencio sobre todo en las críticas y amar, amar y pedir por aquellos que están
confundidos, por aquellos que llevan mal sus vidas, nadie juzga a nadie solamente mi
Dios, vuestro Dios, es el que juzga.
Y vosotros, pequeños que estáis aquí, que os quiero mucho, pronto se llenará la Casa,
pronto, no tengáis miedo, no tengáis miedo, si amáis a vuestro Dios de verdad es el que
tiene que morar en vuestras almas y si mi Dios, vuestro Dios, os dice: “hoy vengo a por
ti”, estad alegres porque si estáis bien en conciencia estáis en el Cielo.
Estos muertos, hijos míos, que os he dicho son mis hijos, son mártires, han sido muertos
por un virus que viene del Demonio y de los hombres; por eso os digo que empecéis a ir
a la Iglesia, hijos míos, id a la Iglesia, allí está el Cuerpo y la Sangre de mi Hijo, no
seáis vagos, aunque tengáis pereza, no, la pereza también es del Demonio.
Id, hijos míos, a la penitencia, al ayuno, a la Comunión, Sagrario, aunque ahora muchos
de mis hijos no exponen a mi Hijo para que le adoren, pero mi Hijo está en el Templo
dentro de esa Cajita y ahí está como si estuviera expuesto; id un ratico, pasad por la
Iglesia: “Señor te amo, te adoro, ven a mi alma que yo solamente quiero poseerte y estar
contigo hasta el fin de mis días”.
Sí, hijos míos, y pedid mucho por los sacerdotes, por mis hijos, porque les hace mucha
falta a muchos de ellos que pidáis por su conversión; el mundo está al revés, el mundo
se aniquila, el mundo va mal, pero hay que remediarlo, hijos míos, vosotros los que
adoráis y que queréis a vuestro Dios, mi Dios, rezad y pedid y sacrificaos por los pobres
pecadores.
Ahora, hijos míos, os digo adiós o hasta luego y os doy mi bendición, pero como
siempre, mi Dios Padre Creador, mi Hijo de Amor, el Espíritu Santo, mi Esposo
Santificador, y Yo vuestra Madre Miriam, Corazón de María, Faro de Luz, Faro de Luz,
Faro de Luz. Seguid caminando, hijos míos, y llevad el Evangelio de mi Hijo al mundo;
hablad de mi Hijo, no habléis del mundo sino hablad de la Verdad, de la Vida, de la
Salvación con Dios que es lo que tenéis que llevar siempre: “Señor te adoro y te amo y
te quiero en todos los lugares del mundo, Señor quiero postrarme de rodillas ante Ti
porque Tu me creaste para Ti y yo no viviré tranquilo si no te busco y te encuentro al
final”.
Adiós pequeños, adiós hijos míos, adiós, adiós.
No hay comentarios:
Publicar un comentario