Catástrofes espirituales sucederán en Mi Iglesia, si vosotros los fieles no oráis y no os ofrecéis por vuestra Santa Madre la Iglesia. Yo, Jesús, os hablo.

Mi poder es infinito y vuestras oraciones hechas con el corazón unidas a Mis méritos, también tienen un gran poder. Por tanto, hijos, para que vuestra Madre la Iglesia camine en luz y sabiduría divinas, orad por los que la integran, tanto fieles como clérigos. Espero de vuestra generosidad un sinfín de oraciones y sacrificios para aplicarlos a las intenciones de vuestros Pastores. Yo, Jesús, os hablo.
Sed prudentes hijos con vuestras lenguas y callad ante lo que no sabéis. Sed parcos en las palabras y no juzguéis a nadie. Yo Soy el Juez divino y sé lo que tengo que hacer, pero exijo de vosotros que oréis por estos tiempos difíciles para todo, también para la fe, porque hay cosas que solo la oración las puede cambiar. Recordad, hijos, el ejemplo de Nínive cuando Jonás predicó y el pueblo oró y se vistió de cilicio y ceniza frenando así la cólera de Dios al convertirse (Jonás, 3). Yo, Jesús, os hablo.
Nada hay que teman más los demonios que el poder de la oración, porque la oración desbarata sus planes y ellos salen perdiendo en la batalla. Así que hijos, dedicaros a orar más como lo haría Mi Madre si estuviera en vuestro lugar, porque solo la oración y el sacrificio pueden cambiar el rumbo de las cosas y suavizarlas o incluso erradicarlas. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
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