MENSAJE DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
“Queridos hijos, hoy, nuevamente
llamo a ustedes al verdadero amor.
Abran sus corazones al
verdadero amor para que él entre en ustedes y transforme a ustedes
verdaderamente en llamas abrasadas de amor por el Señor, por Mí y por el
prójimo.
Para crecer en ese
verdadero amor deben decir ‘No’ a ustedes mismos todos los días, recordándose
siempre de aquello que dijo Mi hijo: ‘Quién
no se niega a sí mismo y no toma su cruz y no me sigue, no es digno de Mí.’
Por eso, ustedes deben
todos los días renunciar a la voluntad de ustedes y tomar la cruz, o sea,
seguir atrás de Jesús, soportando con amor y paciencia los sufrimientos que Él
permite a ustedes, y al mismo tiempo, procurando vivir muertos para las cosas
mundanas y vivos sólo para las cosas celestes, para el amor de Dios.
Entonces, verdaderamente,
los corazones de ustedes serán llenos del eterno amor y ese amor cada vez más
incendiará sus corazones y por medio de ustedes todos los corazones del mundo
serán incendiados.
Ahora que llegó la semana
del jubileo de los 300 años del hallazgo de Mi imagen en Mi querido río Paraíba(1),
invito a todos ustedes nuevamente a encontrarme, no más en el río, pero sí en
sus corazones.
Por eso hijitos, recen,
recen, recen hasta que ustedes Me encuentren de nuevo en sus corazones. Recen
hasta que la oración se torne alegría para ustedes. Recen hasta que
verdaderamente la oración se torne un encuentro verdadero de ustedes conmigo. Recen
hasta que finalmente Yo pueda aparecer en sus corazones, o sea, que Yo pueda
nuevamente entrar en sus corazones, reinar en sus corazones y finalmente
conducir a todos ustedes para Dios y para la santidad.
Yo quiero ser de nuevo la
aparecida, no más en las aguas del río, pero en sus corazones, por medio de la
oración y de la vivencia de Mis Mensajes. Por eso, recen y mediten Mis Mensajes
todos de nuevo, hasta que finalmente Yo pueda aparecer en sus corazones, o sea,
pueda nuevamente encontrarme con ustedes en la profundidad de sus corazones,
sumergidos en la oración y pueda hacer nuevos milagros en sus almas, en sus
vidas y por medio de ustedes en las vidas de todos Mis hijos.
Así como Yo di a la niña
ciega la gracia de la visión, quiero dar a ustedes en este jubileo la gracia de
la visión, de la visión espiritual, de la visión del alma, que tornará a
ustedes capaces de mirar la grandeza de Dios, la belleza de Dios, la santidad
de Dios, el amor de Dios. De modo que ustedes desprecien las cosas mundanas y
la voluntad de ustedes, y prefieran a Dios y la Santa Voluntad de Él.
Recen el Santo Rosario
todos los días, para que Yo pueda dar a ustedes la gracia de esa visión que les
permitirá conocer la belleza de Dios, encantarse por Dios, enamorarse por Dios
y finalmente dar sus vidas a Dios.
Entonces, Mi Corazón
triunfará y el Brasil y el mundo conocerán un nuevo tiempo de santidad que Yo
aguardo y rezo para que venga ansiosamente. Y entonces, finalmente el propósito
de Mis manifestaciones en Aparecida, aquí y en todos los otros lugares se
cumplirá: llevar a todos Mis hijos al pleno conocimiento de la verdad y del
amor, que es Dios. Y entonces, todos finalmente serán liberados del pecado y
salvos por la verdad y por el amor que es Dios. La verdadera libertad es amar a Dios y vivir sólo en Dios.
A todos Yo bendigo con
amor y especialmente a ti Mi amadísimo Marcos que, a lo largo de toda su vida, siempre
Me honró y siempre divulgó todas Mis manifestaciones, inclusive la de Aparecida,
explicando a Mis hijos el verdadero significado, el sentido de Mis milagros y
maravillas allí operados. Para que todos entonces finalmente puedan comprender
el mensaje silencioso que Yo vine a traer en aquel lugar a través de Mis obras
y milagros.
Y así, todos los
corazones correspondan siempre más a Mi materno designio de amor y al designio
del Padre Celeste que escogió este valle del Paraíba, que escogió esta bendita
tierra de Aparecida y de Jacareí para ser el trono de Mis Gracias y el local
donde finalmente Mi Corazón Inmaculado triunfará en el corazón de Mis hijos y
prepararé a todos para la vuelta de Mi Hijo Jesús.
Por eso volví aquí en
Jacareí, para terminar los planes comenzados hace 300 años atrás y dar a Mi
Señor una nueva humanidad compuesta de hijos abrasados de amor por Él, llamas
verdaderas de amor, llenas del amor filial, que darán a Él la perfecta
adoración y el perfecto amor de todos los hijos.
A ti amadísimo hijo
Marcos, Mi gran caballero, Mi llama incesante de amor y también a ti Mi
amadísimo Carlos Tadeo, que tanto Me ama y que tanto trabaja y lucha por Mí. A
ti que una vez más hizo más un cenáculo, rezó más un Rosario delante de Mi
imagen entronizada en la plaza de Ibitira. A ti que no has medido esfuerzos
para tornarme siempre más conocida y amada, digno padre de un digno hijo dado a
Mí. A ti hijo querido, caballero de Mi Corazón y Mi esperanza, Mi consuelo y Mi
alegría, Mamá también te bendice y te abraza ahora.
Y también bendigo a todos
Mis hijos amados: de LOURDES… de APARECIDA… y de JACAREÍ.”
(1) NUESTRA SEÑORA DE LA APARECIDA
La historia cuenta que en el año 1717, El gobernador de Sao Paulo y Minas Gerais, don Pedro de Almeida y Portugal, Conde de Assumar, pasó por la villa de Guaratinguetá camino a villa Rica. Por tal motivo, los pobladores del lugar, queriendo agasajar al invitado, solicitaron a tres pescadores, Domingos Garcia, Filipe Pedroso e João Alves, una provisión de peces.
Estos hombres se encontraban en el río Paraiba, arrojando sus redes en el agua, cuando de repente al levantar una de ellas, encontraron una figura rota de terracota de la Virgen de la Concepción, de tan solo 36 cm. Primero hallaron el cuerpo y al arrojar otra vez la red lograron ubicar la cabeza. Luego del suceso, la pesca, que hasta ese momento había sido escasa, fue tan abundante, que tuvieron que volver a la costa por el peso que tenían sus pequeñas embarcaciones.
Uno de los pescadores llevó la imagen a su casa y le realizó un pequeño altar, unos años después crearon un oratorio, lugar que era visitado por todos los lugareños.
El 5 de mayo de 1743, se comenzó a construir un templo, que se inauguró el 26 de julio de 1745, venerando a la Virgen bajo la invocación de Nuestra Señora Aparecida.
El pueblo de Nuestra Señora Aparecida se encuentra a unos cuantos kilómetros de Guaratinguetá, villa del Estado de Sao Paulo.
Se ignora completamente como es que la imagen fue a parar al río, pero si se conoce su autor, un monje de Sao Paulo, llamado Frei Agostino de Jesús quien la moldeo en el año 1650.
La Virgen es de color moreno y esta vestida con un manto grueso bordado, sus manos se ubican en el pecho en posición de oración, fue coronada solemnemente en 1904, por don José de Camargo Barros, obispo de Sao Paulo.
El 16 de julio de 1930, Pío XI la declaró a Nuestra Señora Aparecida patrona de Brasil. El día 4 de julio de 1980, el Papa Juan Pablo II visito el santuario y le dio el título de Basílica.
fuente: https://www.ewtn.com/spanish/Maria/aparecida.htm
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