Sin embargo, a otros muchos os ha dejado una huella
todo lo que habéis vivido y os servirá para vivir más y mejor la vida
espiritual y para acercaros más a Mí y a Mis normas, normas que son para
vuestra salvación eterna y el premio del gozo celestial.
Mi Santo Espíritu no deja de trabajar en las almas,
pero aquellas que se les prestan, esas reciben antes el don de la conversión y
la gracia de emprender un nuevo camino de fidelidad, fe y esperanza, para
cumplir en cada instante con la voluntad divina. Ánimo hijos, que Mi Santa
Madre no os deja y cuando ve una chispa en vosotros de buena voluntad, Ella
intercede e intercede constantemente para que esa chispa se convierta en fuego
amoroso hacia la Santísima Trinidad y muy especialmente hacia Mí que Soy
vuestro Redentor. Yo, Jesús, os hablo.
Una vez que gustéis de la vida espiritual ya no la
querréis dejar ni Yo lo permitiré, porque es lo mismo que cuando se prueba con la
puntita de la lengua una comida y os gusta, y decís, echadme en un plato una
ración y así vais gustando la vida espiritual. A veces una canción, un folleto,
una homilía, una confesión, lo que menos pensáis, os reconvierte y os hace
recapacitar para comprender que debéis caminar en Mis leyes divinas y ser cada día
mejores y más perfectos, y os puedo asegurar que vuestros buenos propósitos, Mi
Santo Espíritu los secundará para que no se pierdan y para que el Maligno no os
venza metiéndoos la cizaña y tratando de apartaros del buen camino. Yo, Jesús,
os hablo.
Vosotros seguid contribuyendo con lo que podáis pero
no dejéis de contribuir, y poco a poco os encontrareis con una vida llena de
buenos propósitos los cuales se irán haciendo realidad con Mi gracia
divina. Cada año Mi Pasión y Resurrección atrae a nuevas almas que comprendiendo
que no iban por buen camino, tratan de emprenderlo y de ser coherentes con su
cristianismo y no vivirlo solo de teoría sino practicarlo tal y como debe de
ser. Yo, Jesús, os hablo.
Por tanto hijos, no desfallezcáis, no oigáis la voz de Mi enemigo mortal que trata de desalentaros y de haceros creer que no podréis con esa vida de piedad que os habéis propuesto, pero lo que no os dice es que ni Yo ni Mi Santa Madre nunca os dejaremos. Sed fieles a vuestros buenos propósitos y confesaos cada vez que el desaliento llame a vuestra puerta, porque el demonio es mal perdedor y os arremeterá con el fin de haceros sucumbir. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
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