Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Hijos Míos, Soy Jesús quien os habla y deseo que
invoquéis a Mi Santo Espíritu cada vez que os pongáis en oración o hagáis algún
acto de piedad. Él os dará luz y sabiduría para entender Mis cosas y, saber
exactamente cuál es Mi voluntad. Yo, Jesús, os hablo.
Pero invocadlo con fe y amor y no por rutina. Dios quiere
comunicarse con vosotros y lo hacemos a través del Espíritu Santo que os guía
hacia las sendas de perfección. Invocadlo también en la confesión y pedidlo asimismo
para el sacerdote que os vaya a confesar, porque Mi Santo Espíritu debe estar
en vuestra vida de piedad continuamente.
Hay católicos que lo invocan hasta en decisiones
humanas y Me parece muy bien, porque
todo el que se confía a Dios no sale
defraudado, por tanto hijos, aprended a vivir en cada acto de piedad con Mi Santo
Espíritu como guía, para que Su luz y Sus dones no os falten. Yo, Jesús, os
hablo.
Dentro de poco celebraréis Pentecostés y veréis en la
Palabra divina la efusión de Mi Santo Espíritu a Mis apóstoles junto Mi Santa
Madre. Todo esto deseo que se prolongue en vuestras vidas. No os conforméis con
la mediocridad ni con lo mínimo. Vivid estrechamente unidos a la Santísima
Trinidad para que Nosotros podamos llevaros a la meta que os tenemos destinada
y al grado de santidad que deseamos alcancéis. Vosotros no podéis guiaros
solos, hacedlo a través de un buen director espiritual y si no lo tenéis,
invocad siempre a Mi Santo Espíritu para que os ilumine en cada decisión o paso
que deis. Nosotros queremos ayudaros en todo momento, pero requerimos vuestra
fe y amor. Yo, Jesús, os hablo.
La santidad es costosa pero con Nuestra gracia podéis
llegar a alcanzarla cada día, porque
cada día tenéis que reconvertiros, no penséis que ya lo estáis completamente.
Lo mismo que el cuerpo cada día necesita el alimento para mantenerse sano y favorable para los deberes diarios, así
el alma necesita de Nosotros para que cada día sea santo. No os pongáis metas
futuras que no sabéis si las llegaréis a vivir, proponeros cada día santificarlo,
pidiéndome ayuda o pidiéndosela a Mi Santo Espíritu, porque de cada día os
vamos a pedir cuentas. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Mi Paz a todo aquel
que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
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